La capacidad de hallarnos en sintonía con otras personas y de ser conscientes de ellas es un elemento esencial de la comunicación social necesaria para el desarrollo saludable de cualquier individuo.
A medida que tu hijo crezca, se volverá más consciente de las complejidades de los demás al observarlos, escucharlos y entablar amistades. Aprenderá a juntarse con otros niños para formar grupos y, al hacerlo, conocerá en qué se parece a ellos y de qué manera es único.
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Tal conciencia en desarrollo requiere experiencias ricas en diversidad: pasar tiempo con personas de diferentes edades, intereses, condiciones y con distintas fortalezas y vulnerabilidades. Cada relación se suma a un registro interno del que nos valemos para construir nuestra visión del mundo.
Cómo almacena el cerebro experiencias interpersonales
Al organizar la amplia variedad de relaciones humanas que conformamos, el cerebro utiliza un conjunto de reglas que facilita este proceso infinitamente complejo. Estas reglas (asociación y generalización) dan lugar a que la asombrosa capacidad del cerebro pueda almacenar experiencias y crear recuerdos.
La memoria nos permite ampliar nuestro registro de experiencias interpersonales, tanto agradables como indeseables. Cuando tenemos una nueva experiencia, la información sensorial nueva se contrasta con el registro existente de interacciones y personas.
Si la vestimenta, el lenguaje, las costumbres y los gestos de las personas nos resultan familiares, será más probable que los consideremos positivos. Si no estamos familiarizados con ellos, podemos juzgarlos categóricamente, generalmente de una manera negativa.
Las raíces de la conciencia social
La conciencia social surge y depende de tres capacidades precedentes: el apego, la autorregulación y la empatía. Los primeros recuerdos en el registro interpersonal de experiencias de los bebés provienen de sus primeras relaciones con los padres y sus otros cuidadores.
Cuando éstas son enriquecedoras, los niños suelen asociar todas las interacciones futuras en el contexto de recuerdos amorosos y positivos de sus apegos principales, lo que propicia la posibilidad de que formen una extensa gama de relaciones. De ellas conocerán el valor de los demás.
Los niños con una capacidad óptima para autorregularse también tienen más facilidad para desarrollar una conciencia saludable de otras personas. Los niños mal regulados suelen sentir ansiedad con más frecuencia y enfrentar más dificultades para sobreponerse a situaciones nuevas.
El miedo tiende a hacer que los niños no sean capaces de recurrir a un estilo maduro de procesamiento de información. Cuanto más amenazado se sienta un niño mal regulado, más primitivo y categórico tenderá a ser su pensamiento.
Señales de que un niño necesita apoyo
Los niños que han cultivado una conciencia social pobre pueden burlarse de otros niños sobre características sensibles como su peso, religión, condición social o discapacidades. Ahora, es un tanto normal que los niños se burlen en ocasiones, pero es importante asegurar que ello no se exceda de ciertos límites.
Estos niños a menudo ven las cosas en términos absolutos ("las personas gordas son perezosas") y se forman ideas sobre los demás, basadas en estereotipos. Asimismo, les cuesta trabajo empatizar y tratan de crear grupos atacando a otros y relacionándose con quienes comparten sus odios.
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Cómo promover la conciencia social en los niños
- Modela la conciencia social en tus acciones y palabras. Habla en voz alta para que tu hijo te escuche cómo te refieres a otras personas; esto es, de un modo comprensivo, tolerante y que promueva la amabilidad.
- Discute los estereotipos. Pídele a tu hijo que comparta sus pensamientos sobre este tema. ¿Qué son? ¿De dónde vienen? ¿Son justos? ¿Por qué sí o por qué no?
- Anima a tu hijo a conocer personas distintas a él. Busca oportunidades para que tu hijo pase tiempo con ancianos y, de ser posible, con niños y adultos de distintos orígenes, creencias y condiciones.
- Señala la diversidad que lo rodea. Habla con tu hijo sobre los diferentes tipos de personas en su comunidad. "¿Qué costumbres tiene la mayoría de la gente en nuestra ciudad?" "¿De qué edades son las personas que ves en nuestro vecindario?" "¿Cuántos niños altos conoces? ¿Cuántos pequeños?"
La función primordial de la conciencia social es fomentar el respeto y la armonía entre los miembros de la sociedad. Los niños son nuestro futuro, aunque esto ya haya sido muy escuchado, dependerá de ellos construir un mejor futuro para nuestro mundo, y de nosotros depende ayudarlos a conseguir lo mejor de ellos.
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