Educar a varios hijos, hermanos y hermanas entre sí, puede ser una meta muy difícil. Los estudios apuntan a que los desacuerdos entre hermanos suceden varias veces por hora, y a que conflictos más grandes como peleas y provocaciones también son bastante comunes.
Cuanto mayor es el regalo, mayor nuestro desafío. Afortunadamente, podemos fomentar interacciones más positivas y ayudar a los hijos a enfrentar las negativas con ciertas prácticas rutinarias.
Así como ocurre en muchos aspectos de la crianza de los hijos, resulta mejor abordar los problemas de manera proactiva en lugar de esperar a que se presenten de nuevo.
Así, cuando acontezca un conflicto entre hermanos, podemos contar con un plan para ello. Después de todo, tener un hogar sin conflictos no es una meta realista o que valga la pena tratar de lograr. Nuestros hijos seguramente discutirán; y nosotros, como padres comprensivos, estaremos allí para ayudarlos a mejorar.
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Podemos conseguir esto al brindarles a nuestros hijos:
1. Tiempo a solas
Bien podemos despejar una hora o dos al día para cada niño de modo que se dedique a imaginar, crear y jugar sin la influencia de otra persona.
Este espacio les permitirá a los hermanos menores sentirse más autónomos y a los mayores desempeñarse al ritmo que más les convenga. Con frecuencia, cuando los niños pasan tiempo a solas vuelven listos y emocionados a un juego armonioso con sus hermanos.
2. Convivencia divertida
Los hermanos y las hermanas necesitan oportunidades regulares para compartir su alegría con actividades divertidas, físicas o afectivas.
Puedes enseñarles a tus hijos a jugar fútbol con una bola de papel, desafiarlos a realizar una tarea difícil juntos o programar una pijamada semanal, que incluya una película, en una de sus recámaras.
3. Afecto y comprensión individual
Como padres, amamos a cada uno de nuestros hijos de una manera única y profunda, pero ¿ellos lo saben? Para ello, podemos expresarlo con nuestras palabras y nuestras acciones siempre que les dedicamos tiempo para conocerlos como individuos e invitarlos a vivir aventuras con nosotros.
Este consejo no sólo fomenta emociones positivas; las investigaciones muestran que cuando los niños comprenden por qué son especiales a los ojos de sus padres, se ablandan más con sus hermanos.
4. Reconocimiento de sus retos
Mencionamos que criar niños que son hermanos es un regalo y un desafío. Lo mismo aplica para la perspectiva de cada hermano en sí. Nuestros hijos lo saben, pero es mejor que lo reconozcamos a menudo. Frases clave como éstas pueden ser útiles para tal propósito:
- "¡Ser un hermano mayor/pequeño puede ser difícil!"
- "Pueden ser amigos de por vida si se tratan con amabilidad y con respeto".
Así, reconocemos su desafío y los ayudamos a apreciar la recompensa del mismo: amistad de por vida. Todo lo que se requiere, en realidad, es que sean respetuosos y amables los unos con los otros. Una tarea complicada en algunos momentos, desde luego, pero una factible en general.
5. Enseñanza de habilidades para resolver las cosas
Por mucho que nos esforcemos, de vez en cuando encontraremos a nuestros hijos peleando, gritándose o acusándose mutuamente; o tal vez incluso pegándose o jalándose los cabellos.
No obstante, estas ocasiones se prestan para que los niños aprendan una lección de vida. Enséñales a tus hijos a escucharse unos a otros, a responderse con amabilidad, a compartir sus verdaderos sentimientos y a trabajar para pedirse perdón y llegar a una resolución positiva.
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Guía sus conversaciones según se vuelva necesario, siéntate y supervísalos si puedes y, eventualmente, podrías indicarles: "Ustedes resuélvanlo y platíquenme después cómo les fue".
No siempre podrán lograr sus cometidos los padres, pero mientras insistan y se mantengan firmes en el objetivo de que sus hijos se lleven bien entre ellos, brindándoles comprensión y cariño a cada uno, estarán mucho más cerca de alcanzarlos.
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