Les sucede a todos los padres, suele haber momentos en que un dulce y amoroso hijo puede hacer o decir algo que los lleve a perder la paciencia o incluso herir sus sentimientos.
Y será en estos momentos en que tendrán que hacer un gran esfuerzo para no perder la calma y tratar de impartir disciplina sin olvidarse de ser afectuosos.
Pero como en todo conflicto, ambas partes involucradas son responsables de ello.
Al guiar a tu hijo para que desarrolle un mejor comportamiento, considera que tienes el poder de establecer una dinámica para que ambos puedan solucionar sus desacuerdos.
Aquí hay algunas formas en las que puedes infundir algunos principios que te ayudarán a conseguirlo. Todo lo que necesitas es cultivar paz, amor y comprensión.
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Retírate del conflicto para tranquilizarte
Cuando la situación se esté saliendo de proporción, haz lo posible por tener una visión a largo plazo del conflicto con tu hijo.
Puede ser difícil lograrlo al calor del momento, pero recuerda que todo se solucionará, así que procura no responder con enojo y dolor. Es mejor que te apartes o te tomes unos minutos para calmarte antes de hablar con tu hijo.
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Visualiza algo que te brinde paz
Mientras intentas preservar tu cordura, piensa en algo que te brinde alegría y felicidad. ¿Un paseo en el parque? ¿Tomar café con alguien a quien estimas? ¿Ir al cine con tu esposo? Visualiza un momento que te llene de expectativas positivas, un gusto que sólo sea tuyo.
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Pon en perspectiva el desacuerdo
Algunos comportamientos molestos, como la rebeldía o la altanería, son una parte normal del desarrollo infantil.
Piensa en que la relación con tu hijo es fuerte y amorosa, y podrá fortalecerse aún más cuando trabajen juntos para resolver los problemas.
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Guía a tu hijo y confía en que tienes el poder de poner el ejemplo
El hecho de que tú te calmes no significa que tu hijo también lo hará al mismo tiempo. Él podrá seguir enojado o irritado. El encono es normal en tales situaciones.
Pero al hablar con tu hijo de forma agradable y calmada, al tiempo que le recuerdas corresponderte y hablarte con respeto, fijarás el tono más deseable y lo guiarás a desarrollar una actitud idónea.
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Busca qué causas pueden estar provocando el comportamiento
¿Ha habido cambios significativos en tu hogar recientemente? ¿Podría molestarlo algo en la escuela, como un compañero que lo esté hostigando, problemas para hacer algún trabajo escolar, alguna inquietud con la tarea o cierta desavenencia con un amigo del colegio?
Cuando tu hijo esté listo para hablar, trata de identificar la raíz de su comportamiento. Evita minimizar sus problemas, pues para él podrían ser muy importantes. A veces el conflicto puede ser un reflejo de algo exterior que lo perturba y con que no sabe cómo lidiar, lo cual se manifestaría como irritabilidad.
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No tengas miedo de impartir castigos apropiados
El que seas amorosa con tu hijo no significa que debas ser permisiva y dejar que pase por encima de ti y te ignore. Ya sea que se trate de que permanezca en su habitación o de quitarle privilegios, asegúrate de cumplir con los castigos.
Los niños necesitan saber que no pueden transgredir los límites que hayas establecido y salirse con la suya; de lo contrario, volverán a transgredirlos la próxima vez.
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Reitera tu amor cuando debas disciplinar a tu hijo
Siempre ten en cuenta decirle a tu hijo que lo amas, incluso cuando tu objetivo sea que se comporte mejor, y para ello debas reprenderlo y explicarle por qué estás descontenta con algo que haya hecho.
Aún cuando te responda con un "¡bueno, pues yo no te amo!", considera que es normal decir cosas que no se sienten en los momentos de ofuscamiento.
Al mostrar estabilidad, guiarás a tu hijo para que comprenda que aunque los miembros de la familia pueden tener conflictos o hallarse en desacuerdo, no deben olvidar cuánto se aman de antemano.
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Despeja tiempo personal para ti
Ya sea yoga, kickboxing, cursos de artesanías, terapias alternativas o psicoterapia (ya que siempre es bueno tener con quien hablar), haz algo que alivie tu estrés, lo cual te ayudará a manejar mejor tu rendimiento ante futuros altercados, o cualquier otro desafío que llegues a enfrentar.
Al considerar siempre el afecto que sientes hacia tu hijo y conducirte de una manera comprensiva hacia él, sobre todo cuando debas reprenderlo y corregir su comportamiento, también lo estarás educando para convertirse en una persona empática y tolerante, sin que por ello haya merma alguna en su carácter.
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