El hogar constituye el lugar más apto en la vida de los niños para que puedan desarrollarse plenamente, con atención a sus necesidades físicas y emocionales, bajo el cuidado de su familia o guardianes, de ahí el inmenso valor de un ambiente familiar seguro en la infancia.
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Para que los niños estén a salvo de cualquier peligro, es importante que los adultos que los cuidan y conviven con ellos comprendan cómo fomentar un entorno seguro. La finalidad es que los niños comuniquen cualquier inquietud que puedan tener y reciban apoyo incondicional en todo momento.
Estos consejos ayudarán a los padres de familia a crear un entorno seguro para los hijos al promover la comunicación, atender sus preocupaciones y proteger su integridad.
Es posible comenzar desde una edad temprana a compartir con los hijos qué pueden hacer para relacionarse de una forma saludable con otras personas y evitar riesgos innecesarios.
Tomarse un tiempo todos los días para preguntarles cómo están, cómo se han sentido o si hay algo de lo que les gustaría hablar, puede motivar a los niños a abrirse y a comunicarse mejor con la familia.
Los niños deben poder confiar en los padres y familiares cercanos lo suficiente como para comunicarse con ellos cuando las cosas salen mal o están preocupados por algún motivo en particular.
Al propiciarlo, los padres dejan en claro que se preocupan por ellos aun cuando cometen errores, y favorecen que les pidan ayuda cuando enfrenten algún problema.
A través de una comunicación abierta es más fácil para los niños comprender qué hace que una relación sea segura y amorosa, y qué la hace insegura e indeseable. De no entender la diferencia, más tarde puede resultarles difícil desarrollar las habilidades para saber si son ellos las víctimas o más bien están causando el daño.
Promover un ambiente hogareño tranquilo, donde las relaciones con los adultos se modelan de una manera sana y amorosa contribuye a que los niños aprendan a respetar a los demás.
Reducir el estrés y los conflictos en casa suele generar un entorno más estable que disminuye la probabilidad de que los niños adopten conductas dañinas. No obstante, los padres deben saber que es natural que los hijos cometan errores y también estar dispuestos a guiarlos para que tomen buenas decisiones a partir de entonces.
Conviene que los hijos sepan que los padres y los familiares siempre estarán presentes para apoyarlos en la vida si llegaran a sentirse preocupados o presionados por alguien o cierta situación complicada.
Cuando los niños acuden a los padres con inquietudes sobre lo que han experimentado, visto o hecho, es importante que los ayuden a corregir las cosas y efectuar cambios positivos.
Establecer reglas positivas que la familia entienda y cumpla puede prevenir comportamientos de riesgo o problemáticos. Por ejemplo, respecto al uso del internet, resulta crucial fijar límites que sean realistas y comprensivos hacia las necesidades de los niños de modo que exista un equilibrio entre confianza y prevención.
Aunque el conocimiento de tecnología de los niños sea mejor que el de muchos adultos, ellos saben mucho más sobre cómo iniciar y mantener relaciones. Por eso es responsabilidad suya ayudar a los hijos a evitar relaciones perjudiciales: que los inciten a violar la ley, a hacer cosas que no quieran hacer o aislarlos de amigos y familiares.
Los hijos deben aprender a comprender los peligros y riesgos relacionados con las conductas dañinas, tanto en los entornos inmediatos como en línea. Comprender cómo se dan y reconocer “focos rojos” puede hacerlos más conscientes sobre cómo abordarlos.
Cuando los padres hablen con sus hijos sobre estos temas, lo mejor es que les aporten información sobre los riesgos, las consecuencias y también los efectos de la ley.
Por un lado, pueden informarlos sobre sus derechos y responsabilidades, en especial cuando están en línea. Por el otro, es positivo que los animen a tratar con amabilidad a las demás personas en línea, y que les aseguren que los apoyarán si necesitaran ayuda.
Por último, no podemos dejar de señalar la importancia de respetar la privacidad de los jóvenes, y más a medida que maduran como adolescentes, sin dejar de brindarles apoyo y motivación, lo cual los estimula a asumir la responsabilidad de sus propias acciones y decisiones.
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