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Cómo enseñarle a los niños a enfrentar sus miedos

Los miedos son parte ineludible de ser niño: Esconderse detrás del sofá durante una tormenta eléctrica. Asegurarse de que no haya algo en el clóset: ¡un monstruo! Realizar interminables rodeos nocturnos: ¡Cinco minutos más! ¡Un vaso más de agua! para evitar acostarse solo.

Cuando estos temores se acentúan, nuestro instinto natural es a menudo calmar y consolar. Pero, de manera realista, los padres no siempre pueden estar allí para que los niños se calmen. Enseñarle a tu hijo a manejar sus miedos, sin intervención tuya, lo ayudará a desarrollar la confianza y la independencia necesarias para sentirse más en control en estas situaciones, tanto ahora como al crecer.

Autorregulación

Entonces, ¿cómo ayudamos a los niños a sentirse más valientes? La clave se halla en la habilidad de autorregulación. Ésta consiste en poder procesar y manejar las emociones de manera saludable. Para los niños, desarrollarla requiere tiempo, práctica y espacio, lo que significa que los padres deben permitir que los niños se sientan un poco incómodos mientras aprenden a resolver sus miedos.

No temer a los miedos

Debemos darles a los niños la oportunidad de intentar superar situaciones difíciles, pero para muchos padres, es más fácil decirlo que hacerlo. Cuando un hijo se siente angustiado, la respuesta natural es querer ayudarlo, especialmente si la solución parece fácil

Pero, aunque intervenir puede ser de utilidad para que tu hijo tenga menos miedo en el momento, a la larga puede ocasionar que le sea más difícil aprender a calmarse

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Cómo ayudar

Por supuesto, esto no implica que debas retirar todo el apoyo. No sugerimos que de repente regreses a tu hijo a su habitación oscura y le digas: "¡Adiós! ¡Sé valiente! ¡Nos vemos en la mañana!" El objetivo consiste en guiar suavemente a los niños hasta que se encuentren listos para tomar las riendas. 

Entonces, ¿cuál es la mejor manera de ayudar?

Estimula a tu hijo a que hable sobre lo que lo asusta. Los niños pueden saber de qué tienen miedo, pero no siempre disponen de las palabras para explicarlo. Hacer preguntas específicas puede ser de ayuda. 

Algunos miedos comunes de la infancia son:

  • Estar solo
  • La oscuridad
  • Perros u otros animales grandes
  • Bichos
  • Alturas
  • Recibir vacunas o ir al médico
  • Ruidos desconocidos o estridentes
  • Monstruos imaginarios: debajo de la cama, etc.

Una vez que sepas cuál es el miedo, dile a tu hijo que te lo tomas en serio. Cuando un niño nos comparte que algo le da miedo, es muy posible que nosotros, como adultos, no lo consideremos temible, pero debemos comenzar validando sus sentimientos.

Al haber ofrecido tranquilidad, es importante avanzar rápidamente. No será conveniente que nos detengamos en procurar comodidad en torno a lo que da miedo, porque incluso eso puede convertirse en refuerzo. En cambio, empiecen a hablar sobre cómo trabajarán juntos para que tu hijo pueda sentir más valor y llegar al punto en que pueda manejar el miedo por cuenta propia.

Hagan un plan. Trabaja con tu hijo para establecer metas razonables. Cuando hayan fijado la meta, menciona los pasos con que la alcanzarán y ten ​​paciencia.

Por ejemplo, un plan podría ser:

  • Noche uno: Acuerden en que leerás dos libros, apagarás las luces, encenderás la luz de noche y luego te sentarás en silencio con tu hijo (sin hablar ni jugar) hasta que se duerma.
  • Noche dos: Leerás un libro, luego apagarás las luces y encenderás la luz de noche. Dejarás la puerta emparejada y te quedarás afuera, pero no dentro de la habitación.
  • Noche tres: Leerás un libro, luego encenderás la luz de noche y cerrarás la puerta.
  • Noche cuatro: Leerás un libro, luego apagarás las luces y cerrarás la puerta.

Dale ánimo a tu hijo y mantente paciente. Finalmente, los padres deben recordar que cualquier cambio lleva tiempo, y que el miedo es una emoción muy poderosa. Sé constante y elogia el arduo trabajo de tu hijo.

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Hazle saber a tu hijo que confías en que puede enfrentar sus miedos, incluso aunque no estés tan seguro. Los niños, especialmente los más pequeños, pueden  requerir de más intentos antes de que una situación se torne mal de nuevo. Así que no te rindas si tu hijo todavía pide un vaso de agua o se esconde de los perros, incluso al ya haber empezado a trabajar para desarrollar su valentía. .

No todos los miedos son iguales 

Es esencial ayudar a los niños a manejar los miedos que enfrentan regularmente, como el miedo a la oscuridad o el miedo a ir al médico, pero no todos los miedos son iguales.

Los temores que no interfieren con la vida de un niño no siempre necesitan ser superados (ej.: miedo a películas de terror). Por otro lado, si los temores de tu hijo son persistentes, demasiado intensos o comienzan a interferir con su vida diaria, podría ser momento de buscar ayuda. Las señales de que un miedo puede ser más problemático son:

  • Preocupación obsesiva: tu hijo se fija en el objeto de su miedo, piensa o habla de él con frecuencia, incluso cuando el desencadenante no se halle presente. Por ejemplo, el que se sienta terriblemente ansioso meses antes de una próxima visita al dentista.
  • Miedos que limiten la capacidad de tu hijo para disfrutar de su vida o participar en actividades. Por ejemplo, el que se niegue a hacer un viaje con la clase al parque porque podría haber perros allí.

También pueden existir signos de ansiedad severa como ataques de pánico, comportamiento compulsivo o disruptivo, o retirarse de actividades, de la escuela o de la convivencia familiar.

Si los temores de tu hijo parecen constituir algo más serio, haz una cita para hablar con un profesional para identificar si necesita más ayuda.

En el Preschool del Colegio Chimalistac buscamos lo mejor para nuestros alumnos, por lo que además de dar apoyo a sus familias, les damos la oportunidad de desarrollarse en 4 áreas fundamentales: Critical Thinking, Communication, Collaboration, Creativity. Entra aquí y conoce más sobre lo que le ofrecemos a tu hijo:

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