El agradecimiento no es una cualidad que, en general, solemos relacionar con los niños.
Esto no quiere decir que los padres no hagamos lo posible por inculcarles un sentido de gratitud a nuestros hijos. En muchas ocasiones, decir "gracias" es uno de los primeros conceptos que buscamos que comprendan. Queremos que sean educados, atentos y agradecidos.
Excepto que a veces no lo son. A menudo parece que a nuestros hijos no les importa lo que les enseñamos y que todo nuestro arduo trabajo ocurre en vano. ¿Llegarán a sentir agradecimiento por todo lo que reciben, de nosotros o de otras personas? Para ello está en nosotros esforzarnos.
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Los niños siempre están atentos a cuanto decimos, incluso cuando creemos que no lo hacen. Quizás ya lo hayas experimentado de primera mano si escuchaste a tus hijos repetir algo que tal vez no debieron haber escuchado ellos en primera instancia.
Así que mejor procura que escuchen frases edificantes. Despeja un momento en el día y compárteles lo agradecido que te sientes en ese instante.
Puedes compartir algo como: “¿Quieres saber de qué me siento agradecido justo ahora? Estoy agradecido de que estemos conviviendo y sentados juntos a la hora de la comida.” O "Qué bonita mañana, estoy agradecido por esta taza de café caliente". O “Estoy contenta de tener la oportunidad de descansar. Trabajé duro".
Cualquier detalle pequeño puede celebrarse; de hecho, cuanto menor sea el detalle, más duradera será la impresión.
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Con frecuencia, la gratitud que no se expresa se percibe como ingratitud.
Cabe decir que las cosas más importantes en la vida se aprenden mejor a través del ejemplo. Así que, si tus hijos te observan decir "gracias" o expresar tu gratitud de forma regular, será probable que comiencen a mostrarse agradecidos en sus propias vidas y también a expresarlo.
Es fácil que nos centremos sólo en nosotros la mayor parte del tiempo, en especial con todo lo que tenemos que hacer. Pero no hay actividad que nos transforme tanto como ayudar a los demás. Los hijos necesitan ampliar su visión del mundo, y comprender las necesidades y experiencias ajenas aumenta la empatía.
Haz lo posible por fomentar el espíritu de servicio en tus hijos y anímalos a que servir a otras personas se convierta en un hábito. Todo vale, siempre y cuando éste sea el objetivo.
Hay momentos a lo largo del día en los que es más natural hablar con los hijos: temprano en la mañana, cuando conducimos, a la hora de la comida y al acostarnos. Cultiva el hábito diario de emplear uno (o más) de estos momentos para que todos compartan al menos una cosa por la que se sienten agradecidos.
Alienta a tus hijos a que compartan su gratitud, sin importar que lo hagan por hitos despampanantes o por detalles, todo cuenta. Puedes tener un recordatorio en el teléfono para no olvidar esta pequeña pero trascendente práctica de gratitud.
Uno de los objetivos fundamentales del Colegio Chimalistac es secundar la formación de los hijos en el hogar, por eso le damos tanta importancia a la educación en valores en la escuela. Si quieres conocer más de nosotros, puedes descargar nuestro modelo educativo aquí:
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