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9 consejos para abordar el mal comportamiento de un hijo

¿Qué pasaría si nuestros hijos se comportaran maravillosamente todo el tiempo? Solo imagínalo por un momento. Nuestros hijos se portarán mal en algún momento. El mal comportamiento es la forma en que nuestros hijos se ponen a prueba a sí mismos, comprenden sus límites y experimentan con su propio sentido de identidad. También es una manera en que tantean la relación con sus padres. 

Pero el mal comportamiento puede ser difícil de manejar. Puede ocurrir en los momentos más inoportunos. Puede llegar a desquiciarnos. Puede arruinar una buena mañana, tarde o noche.

Entonces, ¿qué podemos hacer cuando nuestros hijos se portan mal? Aquí hay algunas opciones:

1. Úsalo como momento de enseñanza: guíalos.

Cuando los niños se portan mal, éste casi siempre será un momento de enseñanza. Si nuestros hijos se comportan inapropiadamente, podemos guiarlos para que se comporten de una mejor manera. A veces la enseñanza puede ocurrir en tal momento y otras veces cuando todos se han calmado.

Esto podría suceder en alguna tienda, por ejemplo, por lo que quizá sería conveniente que esperaras a llegar a casa para hablar sobre lo sucedido y sobre cómo pudo haberse comportado de manera diferente. Debes guiar y entrenar a tu hijo en lugar de castigarlo.

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2. Haz preguntas que alienten una respuesta.

Somos muy buenos para decirles a nuestros hijos qué tienen que hacer o qué están haciendo mal. Pero a veces, será mucho más útil hacerles preguntas para que piensen. Usa frases como:

  • "¿Quieres que te ayude a empacar o te gustaría hacerlo tú solo?"
  • "¿Saldremos por la mañana o por la tarde?"
  • "¿Qué sigue en tu lista para que te prepares esta mañana?"

3. Resuelve los problemas con tus pequeños.

En lugar de solucionar siempre los problemas, podemos resolverlos con nuestros hijos. Pregúntales qué está pasando o qué podría hacerse de manera diferente. Si no pueden encontrar ninguna solución ellos mismos, puedes darles ideas y luego trabajar con ellos para que elijan cierto enfoque de resolución. Luego pueden reflexionar sobre qué funcionó o qué más les gustaría probar.

4. Considera si necesita ayuda con algo.

A veces, nuestros hijos, al no contar con las habilidades para completar una tarea, se frustran y se comportan mal. En esos casos, podemos sugerirles otro paso o indicarles cómo hacer algo diferente. Por ejemplo, puedes enseñarle a tu hijo a amarrarse las agujetas en su pie derecho y luego hacer que lo intenten con su pie izquierdo. O mostrarles cómo barrer el piso y después supervisarlos.

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5. Reconoce las emociones que sienten.

Los niños pueden comportarse negativamente cuando los supera una emoción. No pueden lidiar con emociones fuertes, por lo que se portan mal. Podemos reconocer cómo se sienten:

  • "Veo que estás frustrado. Quizás podamos intentar algo más".
  • "Sé que estás cansado. Yo también, pero trabajemos juntos para lograrlo" 
  • “Sé que te sientes decepcionado de no poder salir a jugar hoy, pero está lloviendo. Mejor hay que hornear juntos y, con suerte, mañana podrás salir".

6. Retíralo de la situación.

Si se hallan en un lugar público, a veces lo mejor será alejarse de la situación. No porque estés intentando evitar una oportunidad de aprendizaje o rescatar a tu hijo, sino porque ambos se beneficiarán de hallarse en un ambiente más tranquilo.

7. Reconoce sus emociones y luego apártate.

Dense ambos un poco de espacio en lugar de que trates de arreglar o resolver el problema justo en ese momento. Permite que todos se calmen y luego intenta abordarlo de nuevo. Puedes decir: "sólo estaré un momento en la cocina preparando el almuerzo". O puedes caminar lentamente hacia el coche después de haberle dicho a tu hijo que es hora de irse.

8. Sé directa.

Podemos mostrarnos serios y no contribuir a una discusión sin fin. Con pocas palabras y un tono de voz uniforme, transmitiremos la calma necesaria en lugar de empeorar una situación.

9. Dale un abrazo.

Cuando nuestros hijos están abrumados, a veces todo lo que quieren es un abrazo. Podemos sostenerlos entre nuestros brazos y decirles que los entendemos. Podemos hacer ejercicios de respiración con ellos y ayudarlos a calmarse. Podemos compartir un momento de amor con nuestros hijos y recibir un poco de amor de ellos también. Reconoce que están aprendiendo y creciendo, y nosotros también.

Entonces, ¿qué podemos deducir? ¡Contamos con opciones! No tenemos que reaccionar, gritar, regañar, amenazar o castigar a nuestros hijos. Podemos trabajar con ellos de una manera constructiva y amorosa para mejorar su comportamiento.

En el Colegio Chimalistac nuestras familias nos son de primera importancia, por lo que las acompañamos en el crecimiento de nuestros alumnos y alumnas con el fin de que lleguen a ser la mejor versión de sí mismos. Conócenos mejor y entérate de todas las ventajas que les ofrecemos, aquí:

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