Existen muchas razones para que haya confusión respecto al tema de la empatía. Si bien está claro que la empatía es importante para el desarrollo de las relaciones sociales saludables y los rasgos de carácter como la compasión y la bondad, no es necesariamente algo que tu hijo "tenga" o "no tenga" a cierta edad.
No existe un conjunto específico de casillas a marcar o una prueba definitiva que pueda realizarse para asegurar que nuestros hijos desarrollarán empatía tal y como lo esperamos.
De hecho, al observar de cerca a los niños en edad preescolar, especialmente si tomamos en cuenta las versiones más "adultas" de respuestas empáticas, su comportamiento podría resultarnos un poco desconcertante. Por supuesto, hay momentos en que la empatía puede presentarse de manera inconfundible.
Saber cómo canalizar las emociones significativas y traducirlas en comportamientos que realmente presten consideración a otras personas es una tarea mucho más compleja, una que requiere de maduración y práctica.
La empatía implica que un niño:
Esto conlleva mucho trabajo. La empatía es una cualidad que se va desarrollando durante la infancia y la adolescencia y se conforma por una variedad de factores que incluyen genética, temperamento, contexto y ambiente. Si bien nacemos con una tendencia empática, su desarrollo requiere de experiencia y práctica.
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La empatía es una experiencia tanto emocional como cognitiva. Los componentes emocionales de la empatía son los primeros en surgir. Los bebés comienzan a reflejar de inmediato los estados emocionales y las expresiones de quienes los rodean.
Debido a las neuronas espejo, los bebés de tan solo 18 horas de nacido a menudo muestran cierta capacidad de respuesta a otros bebés que puedan hallarse en peligro. No les enseñamos a los bebés cómo hacer esto; nacen programados para reflejar las experiencias de otros en sus cerebros y cuerpos.
Las primeras experiencias emocionales entre los bebés y sus padres son cruciales para que desarrollen empatía. A medida que éstos los nutren y los cuidan, los bebés establecen asociaciones cruciales entre las interacciones humanas positivas, los sistemas de recompensa y los sentimientos de calma y seguridad.
Los niños que se sienten seguros y amados son eventualmente más sensibles a las necesidades emocionales de los demás. Los psicólogos llaman "apego" a esta conexión entre padres y bebés y la investigación muestra que la calidad del apego es un factor que augura empatía y compasión más adelante en la vida.
A medida que los niños crecen, los componentes cognitivos de la empatía comienzan a emerger y complementan los patrones emocionales que formaron durante los primeros años. Durante el preescolar, los niños se vuelven conscientes de que otras personas tienen cuerpos, emociones y experiencias separados.
Desarrollan lo que se llama una "teoría de la mente", que les permite llevar a cabo una "toma de perspectiva" temprana, y es un capacidad precursora para poder ponerse en el lugar de otra persona y preocuparse por cómo se siente. La distinción entre uno mismo y otros madura rápidamente a lo largo de la primera infancia.
Por supuesto, estas interacciones aún se encuentran en las primeras etapas de desarrollo y se limitan a situaciones que los niños pequeños han experimentado directamente, guiadas por respuestas modeladas por los adultos que los cuidan.
Los componentes cognitivos de la empatía realmente cobran importancia a los seis o siete años, cuando los niños son más capaces de asumir las perspectivas de otras personas y ofrecer soluciones o brindar ayuda cuando se dan cuenta de que alguien más está angustiado.
A medida que las habilidades relacionadas con la función ejecutiva maduran en los niños y se vuelven más capaces de manejar su propia angustia, adquieren el "espacio cognitivo" que necesitan para conectarse con las experiencias de otras personas sin sentirse totalmente abrumados.
Por supuesto, estas habilidades y comportamientos se desarrollan de manera distinta para diferentes niños y también depende del contexto. Un niño de preescolar que se siente seguro a mitad del año escolar puede estar preparado para ser un amigo empático, pero menos probablemente desde el primer día de escuela.
Cualquier momento, sin embargo, es una oportunidad para generar condiciones que acerquen a los niños a ser empáticos. No podemos sentar a nuestros hijos y darles lecciones de empatía. Más bien, las respuestas empáticas surgen en contexto de relaciones afectuosas, modelado, comunicación, juego y mucha paciencia.
En el Colegio Greenland, además de ofrecerles una formación humanística integral a nuestros alumnos, promovemos que desarrollen habilidades de empatía, así como valores individuales y sociales. Conoce nuestro proceso de admisión, puedes registrarte para recibir más información sobre nosotros:
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