La frustración es una emoción que todos experimentamos cuando algo que deseamos o esperamos no sucede como queremos.
En el caso de los pequeños, esta sensación aparece con frecuencia porque están descubriendo el mundo y aún no comprenden que no siempre obtendrán lo que quieren en el momento que lo quieren.
Un error común de los padres es que ceden a las rabietas de los pequeños, ya sea porque no saben cómo lidiar con la situación o por consentir a sus hijos.
El problema de no tolerar la frustración en la infancia
Enfrentar la frustración sirve a los niños para que entiendan los límites, resuelvan problemas y fortalezcan su paciencia. Sin embargo, cuando esta se convierte en enojo desmedido o en llanto constante, es una señal de que el niño o la niña necesita aprender a manejarla.
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Desarrollar tolerancia a la frustración no significa evitarla, sino encontrar formas de calmarse y continuar, incluso cuando las cosas no salen como se esperaban.
A continuación, exploramos 5 estrategias para ayudar a los niños pequeños a enfrentar la frustración de manera saludable y efectiva.
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Crear un espacio seguro y tranquilo
Se trata de contar con un "espacio de calma" en casa, un lugar especial donde tu hijo o hija pueda sentarse a relajarse cuando algo lo hace sentir molesto o incómodo.
En dicho rincón pueden tener sus libros favoritos, una manta suave o incluso juguetes que faciliten su distracción y relajación. Esto les permite aprender que es válido tomarse un momento para calmarse y les ayuda a distanciarse de la fuente de frustración.
Este pequeño refugio no es un castigo, sino una invitación a encontrar la paz dentro de ellos mismos.
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Transformar el problema en un reto
Los pequeños, al igual que los adultos, disfrutan de los retos. Si están frustrados porque no logran hacer algo, sugiéreles verlo como un "reto especial" que requiere práctica.
Acompáñalos en el proceso dándoles pequeñas recomendaciones y celebrando sus logros parciales. Este enfoque los impulsará a trabajar la perseveración y la resiliencia.
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Respirar
Esta es la técnica más fundamental para gestionar las emociones. Basta con establecer 5 minutos en silencio y hacer ejercicios de respiración para que los chicos se enfríen cuando su molestia es muy grande.
Guía a tu pequeño o pequeña para que sepa cómo respirar lentamente. Contar mientras respiran puede ser más entretenido para ellos, más si cuentan con algún concepto agradable como “un elefante con bigote, dos elefantes con bigote, tres elefantes con bigote…”.
Recuerda preguntarle cómo se siente o qué piensa una vez que haya terminado el ejercicio para propiciar el diálogo.
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Hacer de la espera una experiencia divertida
Cuando se desesperan por obtener algo, en lugar de forzar la espera con autoritarismo, realicen un juego, como cantar una canción o describir los objetos que hay alrededor hasta que el tiempo pase.
Esto les muestra que la espera no tiene que ser aburrida o molesta; al contrario, puede ser un momento especial en el que compartan una actividad creativa y aprecien aún más lo deseado por postergar la gratificación.
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Aprender de los cuentos
Una técnica muy eficaz es contar historias de personajes ficticios o animales que también experimentan días difíciles y logran superarlos.
Los niños se identifican con los personajes, comienzan a comprender que todos pasamos por momentos de frustración y que empleamos estrategias para superar estas situaciones y toman estas lecciones para aplicarlas a su vida cotidiana.
Ayudar a los niños a tolerar la frustración es, en última instancia, una valiosa lección en autorregulación personal.
Lo ideal es siempre poner el ejemplo y enseñarles a manejar sus emociones desde pequeños para que puedan afrontar retos futuros de forma equilibrada y madura, así como fortalecer habilidades como la empatía, la paciencia y la creatividad para resolver problemas complejos.
Inculcarles estos valores y herramientas es invertir en su bienestar y éxito a largo plazo.
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