Las emociones son componentes esenciales de la experiencia humana, y todas ellas, tanto positivas como negativas, cumplen funciones importantes en el desarrollo de los niños.
La alegría, la calma o la satisfacción son estados deseables para el ser humano, pero no son eficaces cuando lo que necesitan es protección, poner límites o aprender a resolver problemas.
La tristeza, la ira, la frustración o el miedo, por otro lado, son señales de que algo no anda bien, de que algo deben hacer con ellos mismos o con su entorno. Sin embargo, un manejo inadecuado de estas puede tener un impacto significativo y desfavorable en el bienestar y la conducta de los pequeños.
¿Qué son las emociones negativas?
Las emociones consideradas negativas son respuestas a situaciones que nos generan incomodidad o dolor. En la infancia, los chicos suelen experimentarlas de manera intensa, ya que su capacidad para regularlas y comprenderlas está aún evolucionando.
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Ahora te presentamos algunas de las mejores estrategias sobre identificación, expresión y autorregulación que ayudarán a tus hijos a trabajar las emociones negativas:
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Identificación de emociones
Las emociones negativas se manifiestan tanto en el cuerpo como en el pensamiento y la conducta.
Un método para enseñarles el proceso de identificación es a través de preguntas que busquen relacionar cómo están anímicamente, qué sienten en el cuerpo (tensión, dolor de estómago, sudoración, cosquilleo en el pecho, temblores, respiración agitada o entrecortada, etc.), qué piensan y qué hacen.
Además, es crucial que recapitulen lo más que puedan todo lo que pasó antes de sentirse de ese modo, para que puedan reconocer qué fue lo que suscitó su sentir, prevenir y trabajar sobre las raíces de su malestar.
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Expresar lo que sienten
Brinda un espacio seguro donde puedan hablar abiertamente sobre todo lo que experimentan a nivel emocional. Para ello, realiza cuestionamientos que te permitan conocer sus sentimientos, valida sus respuestas y explícales que no hay nada de malo en cómo se sienten.
La expresión a través de dibujos, juegos o escritura también son una herramienta poderosa para que comuniquen su estado interno.
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Resolución de problemas
Los seres humanos reaccionamos ante situaciones que generan emociones negativas de diversas maneras: lucha, huida y parálisis. Estas reflejan cómo manejamos el estrés y la ansiedad.
Cuando los niños adquieren habilidades de resolución de problemas pueden analizar situaciones en lugar de reaccionar instintivamente.
Así, ante un conflicto, evalúan opciones y deciden si es más apropiado luchar, buscar una solución pacífica o apartar un momento para pensar y pedir ayuda. Dales varios ejemplos de momentos en los que pueden usarlas a su favor para que sepan cómo tomar las mejores decisiones a pesar de sentirse mal.
Esta capacidad les proporciona herramientas para superar adversidades a la par que refuerzan su autoestima y resiliencia.
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Actividades relajantes
La práctica de técnicas de relajación es altamente efectiva para que los niños puedan autorregularse. Introduce actividades como la respiración profunda, la meditación o el yoga.
Dichas técnicas promueven la calma y la reflexión antes de reaccionar ante situaciones difíciles.
Para concluir, queremos recordarte que los chicos aprenden observando a los adultos. Muestra cómo enfrentas tus propias emociones de forma constructiva.
Las emociones negativas son parte del desarrollo integral de los niños y al proporcionarles herramientas y estrategias para gestionarlas les estás ofreciendo la oportunidad de crecer con resiliencia y autoconocimiento.
Con amor y comprensión, es posible guiar a los más pequeños en su camino hacia una expresión emocional más saludable y una vida más equilibrada.
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