Los maestros lo saben, pero la mayoría de los padres no piensan en ello: las habilidades sociales sólidas son tan clave para el éxito escolar como lo son las académicas. De hecho, a veces son incluso más importantes.
La capacidad de retrasar la gratificación, por poner un ejemplo, es uno de los mayores predictores de éxito.
En este artículo te compartimos ocho de las habilidades sociales que los maestros buscan que sus alumnos de primaria desarrollen y qué pueden hacer los padres para fomentar su ejercicio en casa.
En el salón de clases, ser paciente significa aprender a esperar turnos y prestar atención sin moverse de un lado al otro, algo que no es tarea fácil para los niños inquietos. Los niños que les prestan toda su atención a los maestros escuchan y aprenden mucho más en la escuela.
Dale a tu hijo muchas oportunidades para que se entretenga sin que intervengas. La próxima vez que te llame cuando estés ocupado haciendo otra cosa, dile que lo atenderás en unos minutos y haz que cante una canción o dibuje para pasar el tiempo.
La lectura también es una excelente manera de mejorar la concentración de los niños. A medida que tu hijo adquiera más paciencia, aumenta la cantidad de tiempo que tenga que esperarte o elige un libro un poco más largo para que siga mejorando.
Los niños necesitan valerse por sí mismos haciendo contacto visual y usando mensajes de “yo” (“Me sentí triste cuando te llamé y me ignoraste”). Es bueno que acudan con adultos sólo cuando no puedan resolver algo por cuenta propia. Los niños asertivos sobresalen porque no tienen miedo de hacer preguntas.
Contenido relacionado: 7 consejos para ayudarle a un niño a vencer la timidez
Practiquen mensajes con “yo”, como decir “Me siento frustrado cuando dejas tu mochila tirada” o, en el caso de tu hijo, “No me gusta que me regañes cuando me pides que tienda mi cama”. No sólo ayudarán a tu hijo a ser más asertivo, sino que le darán un lenguaje corporal más expresivo.
Muchos niños deben saber que está bien cometer errores y que así es como aprendemos. Los niños que se sienten más seguros frente a la posibilidad de errar, dejan de preocuparse demasiado por equivocarse y se animan a correr riesgos saludables.
Vale la pena que practiquen esta habilidad a su edad, cuando sus errores aún son pequeños.
Cuando tu hijo se equivoque, indícaselo. Luego hablen sobre lo que haya aprendido para la próxima vez que pueda suceder. Felicítalo cuando se arriesgue, así funcione o no.
A la mayoría de los niños les gusta trabajar en grupo con compañeros que les preguntan “¿Qué opinas?” y consideran su punto de vista. Respetar las opiniones de los demás a la vez que dar la propia repercute positivamente tanto en el carisma como en las habilidades para resolver problemas.
Muéstrale a su hijo cómo apreciar ambos lados de una situación. Por ejemplo, si tu hijo está realizando un proyecto sobre animales, explícale cómo podría discrepar de una forma respetuosa: “¡Creo que son increíbles los murciélagos! Pero creo que sería mejor estudiar las serpientes porque hay muchas especies diferentes”.
Y aprovecha las oportunidades para negociar acuerdos: si él quiere ir a un lugar a comer y tú a uno distinto, busquen uno en el que cada quien se sienta satisfecho con lo que puedan comer ahí.
Impón rutinas a tu hijo para que pueda empezar a gestionar sus propias cosas (con recordatorios). Por la noche, por ejemplo, puede asegurarse de que su mochila esté lista y de tener su ropa a la mano. Por la mañana, puede poner los platos en el fregadero después de desayunar.
A los niños normalmente no les gusta delatar a otras personas, pero aún así es indispensable que sepan cómo expresarles a sus amigos sus verdaderos sentimientos para resolver cualquier diferencia que tengan con ellos.
En lugar de llamar a su padre (o madre) cuando tu hijo se pelee con un amigo, analiza las posibles soluciones y aliéntalo a que él mismo resuelva el problema. Al darse cuenta de que es capaz de resolver sus propios problemas, sociales o académicos, se hará mucho más resiliente.
Con frecuencia les resulta muy pesado a los niños malabarear entre las tareas habituales y los proyectos a largo plazo, pero es necesario que se percaten de las consecuencias de olvidar o extraviar.
Si constantemente le llevas a tu hijo su tarea a la escuela cada vez que la olvida, nunca se hará responsable de sus acciones. Sé sincero respecto a tus expectativas y las consecuencias en caso de que tu hijo no cumpla con ellas.
Dale un par de recordatorios, pero procura que se haga cargo. Cualquier fracaso será una lección positiva para él.
Casi siempre, la responsabilidad y la ansiedad se dan de forma conjunta. Cuanto antes aprenda tu hijo a sobrellevar la ansiedad, mejor. Un niño relajado, a diferencia de uno estresado, absorbe mucho mejor el conocimiento.
Contenido relacionado: 4 ejercicios de mindfulness para niños de primaria
Ayude a su hijo a identificar qué es lo que le molesta: ¿son los exámenes o los cambios en su rutina? Hagan una lluvia de ideas sobre cómo combatir el estrés, desde escuchar música hasta dar un paseo en bicicleta.
Piensen en una frase que pueda repetirse a menudo, como: "Todo está bien. ¡Soy capaz de superarlo!") para controlar los nervios.
La socialización y el fomento de las habilidades socioemocionales son una de nuestras prioridades en la primaria del Colegio Greenland. Te invitamos a conocer más sobre nuestro modelo educativo de corte constructivista-humanista, agenda una cita con nosotros:
También podría interesarte: