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15 ejemplos sencillos para enseñar amabilidad a los niños

La amabilidad es una forma ética y bella de relacionarnos con los demás, en la que se privilegia la paz, la cortesía y el buen trato. Es un valor que puede fortalecerse en el día a día hasta volverse un hábito y parte del carácter personal de nuestros hijos.

Cuando se practica en la infancia desde la empatía y la consideración, las niñas y niños crecen sintiéndose más seguros, queridos y felices. Curiosamente, las personas más amables también experimentan menos estrés y ansiedad.

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Como adultos, nuestro ejemplo es la herramienta más poderosa para fomentar estas conductas positivas. Al ver que actuamos de manera considerada, los pequeños naturalmente buscarán imitarnos. 

Niña pequeña comparte un oso de peluche

Pero ¿cómo cultivar este principio con casos concretos? A continuación, te presentamos 15 ejemplos sencillos para que tus hijos puedan poner en marcha su lado más amable desde hoy:

 

  1. Celebrar logros ajenos:

Instruirlos para alegrarse genuinamente por los triunfos de compañeros, amigos o conocidos.

  1. Cuidado comunitario:

Participar en pequeñas acciones comunitarias como reciclar, donar juguetes o cuidar un parque cercano.

  1. Espacio para escuchar:

Consiste en prestar un oído atento a alguien que quiera compartir algo importante. Dejar hablar a las personas sin interrumpirlas, principalmente a las que son tímidas, y hacer un esfuerzo por entender todo lo que quieren comunicar.

  1. Ofrecerse a realizar tareas del hogar:

Algo sencillo como barrer, sacudir, sacar a la mascota o actividades sencillas en la cocina. Puede ser también para un vecino de la tercera edad o con discapacidad.

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  1. Reconocer esfuerzos discretos:

Notar, valorar y agradecer la labor de quienes hacen trabajos poco visibles (vigilantes, basureros, choferes, recepcionistas, enfermeros, jardineros, voluntarios, etc.).

  1. Solidaridad inesperada:

Consiste en ser compartido con lo que se tiene, así como levantar útiles de compañeros que se caigan al suelo, cambiar de lugar con alguien que se sienta incómodo o preguntar a las personas que parezcan tristes o ansiosas si se sienten bien.

  1. Detectives de bondad:

Observar y señalar actos amables en otros y contar por qué eso es importante.

  1. Ayudar a personas de servicio: 

Sí, las profesiones de servicio están para ayudarnos, pero nosotros podemos facilitar su trabajo.

¿Cómo? Ordenando los platos antes de entregarlos al mesero, tirando la basura en su lugar en vez de dejar que la recoja el personal de limpieza, ofreciéndoles agua a técnicos que visitan el hogar para resolver un problema, etc.

  1. Acompañar en silencio: 

A veces, estar junto a un amigo triste sin decir nada, solo estando ahí, es más amable que intentar “arreglar” sus emociones.

  1. Dejar ganar al otro sin decirlo

No siempre hay que demostrar que uno es el mejor. Dejar que alguien gane una vez, sin hacer alarde, es una lección de empatía y generosidad.

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  1. Inclusión

Puede ejercitarse, por ejemplo, al invitar a alguien que se encuentra solo o sola en el recreo a jugar, sin esperar que su amistad se vuelva “para siempre”.

  1. Aceptar la diferencia sin corregir

Cuando un compañero hace algo distinto o piensa diferente, enseñar que no todo se debe corregir. A veces, lo amable es dejar al otro ser.

  1. Combatir el bullying

Proteger el espacio emocional de otros, no sumarse al acoso y denunciarlo es vital para fomentar el cuidado de los demás y un ambiente de paz.

  1. Cuidar el lenguaje incluso con quienes no caigan bien

Decir “por favor” o “gracias” a todos por igual, no solo a los amigos, es demostrar que la amabilidad no debe depender de las preferencias. 

A su vez, preguntar cómo les gusta a los demás que los llamen, evitar apodos, respetar límites incluso antes de llegar a ellos y siempre procurar el buen trato.

  1. Cuidar sin pedir nada a cambio: 

Ayudar a alguien sin esperar que devuelvan el favor. La verdadera amabilidad no lleva factura.

 

La amabilidad, aunque sencilla, marca profundamente el crecimiento personal de los niños. Cuando se acostumbran a ser considerados, aprenden a construir relaciones positivas y significativas, e incluso pueden desarrollar una sana autoestima y bienestar emocional. 

Los pequeños gestos cotidianos fortalecen sus habilidades sociales, por lo que se vuelven más resilientes, emocionalmente inteligentes y apreciados por sus vínculos sociales y afectivos. No por nada la etimología de la palabra “amabilidad” significa “digno de ser amado”.

Recordemos que cada acto tiene un impacto mayor del que imaginamos. Por eso, busquemos ser siempre ejemplo y promotores del buen trato hacia la infancia, educando con cariño sobre cómo vivir en armonía y respeto. 

 

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