La mayoría de la gente es consciente de que el aprendizaje y el rendimiento mental son una función del cerebro.
Como tal, los neurocientíficos emplean gran parte de su esfuerzo explorando la biología detrás de procesos como la formación de recuerdos, los procesos creativos, la cognición social y emocional, y más. Pero, ¿cómo pueden traducirse estos hallazgos científicos al mundo real? De eso se trata la neuroeducación.
La neuroeducación es una disciplina relativamente nueva que reúne a investigadores en neurociencia, psicología educativa y tecnología de la educación, así como a profesionales y educadores, para descubrir los vínculos entre la educación y los procesos cerebrales.
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Es un campo sumamente interesante, cuyo objetivo central es cerrar la brecha entre la investigación en el laboratorio y la educación en el mundo real.
Hasta ahora, la neuroeducación, que a veces se denomina “neurociencia educativa”, se ha aplicado con mayor predominio en el contexto del desempeño académico y en el aula.
¿Cómo pueden los maestros usar los principios de la neurociencia para enseñar mejor? ¿Cómo pueden los alumnos apoyarse en estos mismos principios para mejorar su aprendizaje? ¿Cómo pueden traducirse los hallazgos científicos complejos en algo tangible en el aula?
Si bien tiene sus desafíos, algunos investigadores -como Laura-Ann Petitto, reconocida experta en neurociencia cognitiva- han argumentado que actualmente sólo la neuroeducación maneja el nivel de análisis adecuado para resolver los problemas fundamentales de la educación actual.
Algunas de las principales áreas en que se aplica la neuroeducación en el aula son:
Afortunadamente, el aprendizaje no se limita al aula. Los alumnos de hoy seguirán aprendiendo aún al concluir sus estudios en la preparatoria y más tarde en la universidad. Continuarán consumiendo nueva información, ampliando su conocimiento y perfeccionando sus habilidades de pensamiento.
Y si bien algo esto sucederá en su vida cotidiana, parte del aprendizaje ocurrirá en el entorno laboral. Muchas de las aplicaciones actuales de la neuroeducación en el aula son transferibles al desempeño profesional.
Por ejemplo, la neuroeducación podría proporcionar una respuesta al respecto y asegurar que sólo se implementen intervenciones de capacitación basadas en la ciencia.
Tener una comprensión básica de los procesos que subyacen en la forma en que pensamos, aprendemos y tomamos decisiones debería considerarse obligatorio hoy en día. Por supuesto, la neuroeducación está en pañales y lejos de ser la respuesta a todo.
En particular, los científicos todavía luchan por integrar los hallazgos del laboratorio, que son el resultado de experimentos controlados, en entornos desordenados de la vida real, donde varios factores complejos interfieren con la experiencia de aprendizaje.
Se trata de tener expectativas realistas. Un primer paso sería utilizar la neuroeducación para disipar los mitos dañinos que tienen un impacto negativo en la forma en que las personas aprenden.
Un segundo paso sería enseñar hallazgos neurocientíficos bien investigados en el área del aprendizaje y la memoria a los estudiantes, así como a los empleados. Muchas personas no están familiarizadas con dichos hallazgos básicos.
Finalmente, un tercer paso, y más desafiante, sería encontrar una manera de enseñar los principios de la neuroeducación a escala, mientras se procura que las personas realmente entiendan cómo aprovecharlos al máximo en un contexto desordenado de la vida real.
Hay un largo camino por recorrer, pero el impacto de la neuroeducación en el rendimiento y el bienestar general más allá del aula podría ser enorme.
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