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5 leyendas para maravillar a los niños

Escrito por Colegio Greenland | Sep 1, 2025 2:00:00 PM

Una leyenda es una narración transmitida de generación en generación, basada en hechos reales o personajes históricos, a los que se les atribuyen elementos fantásticos. 

A diferencia del cuento, que nace de la imaginación y suele tener un desenlace moral o divertido, la leyenda busca explicar el origen de ciertos lugares, fenómenos o costumbres. Por otro lado, el mito intenta responder preguntas existenciales con figuras divinas o sobrenaturales.

Compartir leyendas con los niños ofrece una experiencia que va más allá del entretenimiento. Estas historias activan la curiosidad, estimulan la memoria cultural y permiten reflexionar sobre valores, tradiciones y temores humanos desde una narrativa cercana y simbólica. 

Algunos beneficios de leer leyendas con los niños son:

  • Despiertan la imaginación a través del entorno cultural.
  • Fortalecen la identidad al transmitir elementos del patrimonio oral.
  • Ayudan a comprender emociones como el miedo, la culpa o la valentía.
  • Contagian el interés por la actividad literaria.
  • Permiten hablar de historia y geografía desde un enfoque lúdico.

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A continuación, presentamos 5 leyendas mexicanas que pueden maravillar a niñas y niños por su simbolismo, belleza y capacidad para perdurar en la memoria.

1. El Popocatépetl y el Iztaccíhuatl (La mujer dormida)

Hace mucho, mucho tiempo, en el antiguo imperio azteca, vivía una princesa muy hermosa llamada Iztaccíhuatl. Ella estaba enamorada de un valiente guerrero llamado Popocatépetl. Los dos se amaban mucho y querían casarse.

Pero un día, Popocatépetl tuvo que ir a la guerra para defender su pueblo. Antes de partir, le prometió a Iztaccíhuatl que volvería para casarse con ella.

Mientras él estaba en la guerra, un enemigo celoso le dijo a la princesa que Popocatépetl había muerto. Iztaccíhuatl, muy triste, se enfermó del corazón y murió de tristeza.

Cuando Popocatépetl regresó victorioso y supo lo que había pasado, se puso muy triste. Tomó el cuerpo de su amada y la llevó a una montaña. Allí, se quedó junto a ella para siempre.

Los dioses, al ver su amor tan grande, los convirtieron en dos volcanes: Iztaccíhuatl, que parece una mujer dormida, y Popocatépetl, que siempre echa humo porque vigila y cuida a su amada. Y así, su amor vive para siempre en las montañas.

 

  1. El callejón del beso

En la ciudad de Guanajuato, en el siglo XVIII, vivía una joven llamada Carmen, que era muy bonita y dulce. Ella se enamoró de Luis (en otras versiones Carlos), un joven minero muy trabajador. Los dos se querían mucho, pero el papá de Carmen no quería que ellos fueran novios.

Como su papá no la dejaba salir, Carmen solo podía ver a Luis desde la ventana de su cuarto. Por suerte, su casa estaba justo al lado de otra, separadas por un callejón muy, muy angosto. Tan angosto, que los balcones de las dos casas casi se tocaban.

Entonces, Luis encontró la manera de alquilar el cuarto de enfrente, de tal manera que podían darse besos de balcón a balcón, sin que nadie los viera.

Por eso, ese lugar se llama “El Callejón del Beso”. Hoy en día, muchas personas lo visitan y se dan un beso, donde dicen que trae buena suerte en el amor.

 

  1. La mulata de Córdoba

En la época colonial, en la ciudad de Córdoba, Veracruz, vivía una mujer muy hermosa y misteriosa. Todos la conocían como la Mulata de Córdoba. Nadie sabía de dónde venía, pero tenía una sonrisa amable y ayudaba a las personas con remedios de plantas y tés para curarse.

Aunque era buena con todos, algunas personas empezaron a inventar chismes porque no entendían cómo sabía tantas cosas. Decían que tenía poderes mágicos y que hacía hechizos. Un día, alguien la acusó de brujería, y por eso fue llevada a la cárcel.

Pero la Mulata no se preocupó. En la celda, con un pedazo de carbón, dibujó un barco tan bonito en la pared que parecía real. Cuando el guardia le preguntó por qué lo había hecho, ella le dijo: “Sólo me falta una cosa... ¡subirme a él!” Y en ese momento, ¡desapareció! Nadie volvió a verla jamás.

 

  1. El charro negro

Dicen que, en los caminos solitarios de México, especialmente por la noche, aparece un misterioso jinete vestido todo de negro. Lo llaman el Charro Negro.

Este charro es elegante, con sombrero, botas y un caballo tan oscuro como la noche. Se aparece a personas que van solas y les ofrece ayuda o riquezas, pero siempre con una condición: algo a cambio.

Al principio parece amable, pero si alguien acepta lo que él ofrece sin pensar, ¡se lleva su alma! Por eso, muchas personas sabias dicen que, si lo ves, es mejor no hablarle.

Algunos creen que el Charro Negro fue una persona que en vida fue muy ambiciosa y, por querer tenerlo todo, quedó condenado a deambular por siempre ofreciendo riquezas a otros para no estar solo en su castigo.

 

  1. La leyenda del Nahual

Hace muchos años, en los pueblos antiguos de México, la gente creía que algunas personas especiales podían convertirse en animales. A esas personas se les llamaba “nahuales”.

Cuentan que usaban su poder para cuidar la naturaleza, proteger a su gente o, a veces, para asustar a quienes hacían cosas malas

Por las noches, podían transformarse en jaguares, búhos, perros o coyotes, y andaban en silencio por los campos y montañas.

Una vez, en un pequeño pueblo, los animales del bosque comenzaron a estar más tranquilos. Ya no había cazadores ni maltrato, y la gente empezó a sospechar que un nahual los protegía. Nadie sabía quién era, pero todos lo respetaban.

Algunos decían que era un anciano sabio del pueblo; otros, que era una mujer curandera. Pero nadie lo confirmó nunca. Lo único seguro es que, desde entonces, muchas personas aprendieron a cuidar mejor a los animales y a la tierra, por si un nahual los estaba mirando.

 

¿Cómo contar leyendas de forma atractiva?

La clave para cautivar con leyendas está en el ritmo narrativo y la construcción de atmósfera. Contarlas con una voz firme, pausada y con intención emocional permite que el oyente se sumerja en el relato. 

Variar el tono según los momentos de tensión o calma, usar pausas antes de los desenlaces y mirar a los ojos en partes clave puede amplificar el efecto. 

Los recursos visuales también ayudan: un libro de leyendas bien ilustrado, una vela encendida o incluso un mapa donde se ubique la historia, convierten una lectura en una experiencia envolvente y memorable.

 

Enseñar leyendas no requiere técnicas complejas, sino una disposición a compartir tiempo, memoria e imaginación. Hay leyendas cortas fáciles para niños que abren puertas a otras narrativas más profundas y a mirar el mundo con asombro.

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