El desarrollo emocional en los adolescentes implica la adquisición gradual de un sentido de identidad consistente dentro del contexto de las relaciones con las demás personas, más el aprendizaje de estrategias para lidiar con el estrés y manejar las emociones.
Ambos procesos son problemáticos para la mayoría de las personas a lo largo de la vida, por lo que la experiencia emocional de los jóvenes incide también en las próximas etapas de su crecimiento.
Aquí describimos tres características esenciales del desarrollo emocional durante la adolescencia:
1. Sentido de identidad
La identidad no se limita a cómo los adolescentes se perciben a sí mismos en este período, también hace referencia a su “yo posible”: lo que cada uno de ellos podría llegar a ser, así como el individuo en el que les gustaría convertirse. La identidad personal a su vez se vincula con dos elementos importantes.
El primero de ellos es el autoconcepto, es decir, el conjunto de creencias que uno tiene sobre sí mismo e incluye creencias respecto de atributos, roles, metas, intereses, valores, ideales y rasgos de la personalidad.
En segundo lugar está la autoestima, o la valoración y el grado de aceptación del concepto que se tiene de sí mismo.
El proceso por el cual los adolescentes comienzan a obtener un sentido realista de identidad también los lleva a experimentar con diferentes formas de presentar su imagen, de comunicarse y de comportarse. Cada uno los aborda de una manera única.
Así, el desarrollo de la identidad se ve afectado por la individualidad (autoafirmación, distinción de los demás), la conexión (reciprocidad, apertura a otros puntos de vista), la pertenencia a un grupo cultural y el género (que a menudo es más complejo en el caso de las mujeres).
2. Cambios emocionales
La adolescencia es un momento de turbulencia emocional como consecuencia directa de los cambios experimentados a distintos niveles, así que ocurren muchos estallidos y altibajos en sus emociones. Dada la incapacidad de los jóvenes para controlar estos cambios, con frecuencia se encuentran de mal humor.
Cabe mencionar que en varias ocasiones las experiencias y el entorno influyen más en su mal humor que los cambios hormonales en sí. Aunado a lo anterior, los cambios sufridos durante la pubertad suelen asociarse con un incremento en las emociones negativas.
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3. Autoestima
La autoestima no sólo se relaciona con la identidad, como lo hemos sugerido, también es un factor clave en el desarrollo emocional de los adolescentes. Cada adolescente la cimenta de una manera singular y cada uno vive diferentes experiencias que impactan positiva o negativamente en ella.
Además, los estados emocionales también pueden influir de una forma significativa en la autoestima. Asimismo, las opiniones ajenas, en particular de los padres y los compañeros, reflejan valoraciones que algunos adolescentes incorporan como parte de su identidad y su nivel de autoaceptación.
La alta autoestima en la adolescencia es un claro indicador de un desarrollo emocional positivo. Sin embargo, la incidencia de eventos traumáticos puede resultar en una baja autoestima.
Los aspectos que aquí enumeramos han sido identificados por investigadores como asociados con baja autoestima en los adolescentes:
- Sentirse deprimido
- Falta de energía
- Desdeñar la apariencia propia y rechazar los cumplidos
- Sentirse inseguro o inadecuado la mayor parte del tiempo
- Mantener expectativas poco realistas sobre uno mismo
- Tener dudas preocupantes acerca el futuro
- Ser excesivamente tímido y rara vez expresar el propio punto de vista
- Conformarse con lo que los demás quieren y asumir una subdivisión Postura misiva en la mayoría de las situaciones
Por su parte, es común que la autoestima baja se vincule con problemas como la depresión, los trastornos alimentarios y dificultades de adaptación. Es crucial que los profesionales sepan identificar estas características para ayudar a los jóvenes a recibir todo el apoyo que necesiten y poder reforzar su autoestima.
Inteligencia emocional
Las emociones son una dimensión fundamental de la naturaleza humana. Cuando no sabemos cómo conectarnos de un modo adecuado con ellas, nos distanciamos de un rasgo básico de nuestras capacidades.
La inteligencia emocional nos ayuda a conocerlas y a discernir su intensidad y su causa y a todo adolescente le conviene esforzarse por dominar las habilidades emocionales necesarias para manejar el estrés y ser sensible al relacionarse con otras personas.
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