La gente habla mucho sobre la necesidad de los "límites", pero ¿qué significa realmente esta palabra? Como padre, puedes imaginarte un límite como la línea que dibujas alrededor de tu hijo para definir dónde comienza y termina la libertad de tu hijo. Esto no siempre es fácil. Y si somos sinceros, los niños superan los límites todos los días, todo el tiempo.
A veces nosotros mismos cruzamos límites en nuestros intentos de arreglar las cosas por ellos. Debes comprender que uno de nuestros trabajos más importantes como padres es permanecer cariñosos pero no hacer todo por nuestros hijos. Hacemos esto al definir claramente nuestros principios, manteniéndonos en nuestro rol de padres y apegándonos a lo que hemos establecido.
Cuando nos sentimos ansiosos por nuestros hijos, a menudo queremos ayudarlos en todo y es entonces cuando los límites pueden borrarse. Cuando esto sucede, nos olvidamos de dónde terminan nuestras responsabilidades y dónde comienzan las de ellos.
La raíz de todo esto se encuentra en la ansiedad. Cuando uno se pone nervioso por el éxito o la capacidad de un hijo para resolver problemas (ya sea en la escuela, con amigos, en los deportes o en su comportamiento en general), es posible que sienta que está aliviando el estrés al intervenir y tomar el control en lugar de dejar que él resuelva las cosas por sí mismo.
Puede ser doloroso ver a nuestros hijos luchar en la vida; los amamos y nos sentimos responsables de ellos, por lo que, naturalmente, deseamos "arreglar las cosas". Pero cuando no dejas que tu hijo atraviese obstáculos por cuenta propia, le estás negando experiencias importantes.
No es que nunca debamos ayudar, guiar, entrenar y enseñarles a nuestros hijos, claro que deberíamos. Pero debemos dejar que traten de librar sus propias batallas cuando ello sea posible, en lugar de asumirlas por ellos. Dejar que tu hijo trabaje en sus asuntos es una manera de respetar tanto sus límites como los tuyos.
Antes de continuar, debes saber que todos cruzamos límites en un momento u otro, ¡somos humanos! Lo relevante es que uno sea consciente de cuando ello ocurra y se abstenga de que sea convierta en un patrón fijo o en una forma de vida.
Entonces, ¿cómo puedes fijarles límites definidos a tus hijos? Aquí hay 4 consejos que te ayudarán:
Esto no implica que debas ser rígido, sino que eres capaz de comunicar tus valores personales y de apegarte a ellos. Si un valor tuyo es la honestidad, por ejemplo, actúa conforme con lo que digas. Los niños se guían al observar lo que haces, lo que a menudo causa una mayor impresión que lo que digas.
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2. Da a conocer tus expectativas. Haz una lista de lo que esperas de ti en relación con tus hijos. Piensa en qué puedes y no puedes aceptar; piensa en lo que más te importe. ¿Responsabilidad, lealtad, respeto? Dile a tus hijos cuáles son tus principios rectores.
Si uno de tus principios es el "respeto" y tu hijo con frecuencia es grosero contigo y no te hace caso, házle saber las consecuencias a que deba atenerse cada vez que lo haga. Demuéstrale que te respetas a ti mismo y que eres consecuente con ello. Le estarás dando una opción, pero a la vez lo estarás responsabilizando.
3. Concéntrate en ti mismo en lugar de en tu hijo. Cuando tu hijo se porte mal y no te escuche, piensa en cómo puedes comunicarle más claramente lo que esperas de él. Intenta decir las cosas de una manera que transmita formalidad; busca ser escuchado y tomado en serio.
Tan difícil como pueda resultarte, te facilitará lo que te haya parecido complicado. En cambio, te dará la posibilidad de hacerte cargo de ti. Al hacer esto, continuarás creciendo como padre. Tu autoconocimiento y tu madurez servirán para que tus hijos encuentren los suyos.
4. Deje que tu hijo se atenga a las consecuencias de burlar un límite. Ayúdales a tus hijos a experimentar las consecuencias de cruzar los límites para que esto forme parte de su realidad. Admite cuando tú hayas cruzado el límite de otra persona y discúlpate por ello. Y cuando tus hijos crucen uno, dáselos a saber y haz que rindan cuentas.
Si no lo asistes, tu hijo experimentará las consecuencias y comprenderá con mayor profundidad que puede esperar de ello. Él sabrá que te respetas a ti mismo y que eres congruente con lo que dices. Eventualmente, se fijará límites adecuados a sí mismo y también sabrá cómo respetar a los demás.
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Cuando sepas que es lo que valoras y qué es lo que deseas para tus hijos, sabrás qué soportarás y qué no. Define tus límites e intenta atenerte a tus principios en lugar de reaccionar emocional e intempestivamente. Si dejas que tus ideas y principios te guíen, evitarás que las emociones determinen cómo debe ser la educación en casa, y tanto tú como tu hijo serán más felices por ello.
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