Una buena nutrición y una dieta balanceada son fundamentales para que los niños crezcan saludables. Sin importar qué edad tenga tu hijo, tú puedes tomar las medidas necesarias para mejorar su nutrición y fomentar buenos hábitos alimenticios. Las cuatro mejores estrategias son éstas:
- Establecer un horario regular para comer en familia.
- Disponer de una variedad de alimentos y refrigerios saludables.
- Evitar conflictos por la comida.
- Involucrar a los niños en el proceso.
Sin embargo, no es tan fácil aplicarlas. Los padres solemos estar colmados de responsabilidades, y muchas veces recurrimos a alimentos de fácil preparación.
Comer en familia
Comer en familia es una costumbre agradable tanto para padres como para hijos. A los niños les agrada la previsibilidad de sentarse a comer en familia, y los padres pueden ponerse al día con sus hijos.
Por otra parte, estos momentos nos permiten presentarles nuevos alimentos y darles el ejemplo de cómo llevar una dieta saludable.
En cuanto a adolescentes se refiere, algunos estudios han demostrado que todavía buscan los consejos y la opinión de sus padres, por lo cual la hora de la comida en familia debe aprovecharse como una oportunidad para reconectarnos con ellos.
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También puedes intentar estas estrategias:
- Deja que tu hijo adolescente invite a un amigo a comer.
- Involúcralo en la planificación de la comida y en la preparación de alimentos.
- Procura que la hora de la comida sea un momento agradable, sin discusiones o sermones.
¿Qué se considera una comida en familia? Cualquier momento en que la familia se reúna para comer; ya sean alimentos de un restaurante o una cena preparada en casa. Esfuérzate por servir alimentos nutritivos y por establecer un horario en el cual todos se encuentren presentes.
Abastecerse de alimentos saludables
Los niños, en especial los más pequeños, comen lo que está disponible en la casa. Por eso, es importante controlar las provisiones de alimentos: los que se sirven en la mesa y los refrigerios.
Sigue estas sugerencias básicas:
- Incluye frutas y verduras en la rutina diaria, traten de consumir un mínimo de cinco porciones diarias. Asegúrate de servir frutas y verduras en todas las comidas.
- Facilita los refrigerios saludables, ten a la mano frutas y verduras listas para comer. Otros son el yogurt, los tallos de apio con mantequilla de maní o las galletas integrales con queso.
- Sirve carnes desgrasadas y otras buenas fuentes de proteína, como pescado, huevos y frutas secas.
- Compra panes integrales y cereales, para que tu hijo ingiera más fibra.
- Limita el consumo de la grasa, evita la comida frita y cocina los alimentos en el horno, en la parrilla o al vapor. Elige productos lácteos de bajo contenido graso o descremados.
- Limita la comida rápida y los refrigerios poco nutritivos, como las papas fritas y los dulces. No los elimines por completo de tu alacena, pero ofrécelos “de vez en cuando” para que tu hijo no se sienta privado de ellos por completo.
- Limita las bebidas dulces, como los refrescos y las bebidas con sabor a fruta. En cambio, sirve agua y leche descremada.
Evitar que la comida sea fuente de conflicto
Es fácil que la comida se convierta en una fuente de conflicto. Los padres bien intencionados podrían querer negociar con sus hijos para que coman alimentos saludables. Una mejor estrategia es permitir que tengan cierto control, pero limitando los tipos de alimentos en casa.
Los niños deben decidir cuáles alimentos de los que les sirvan desean comer y hasta qué punto se sienten satisfechos. Los padres deben controlar los alimentos disponibles para los niños, tanto a la hora de la comida como entre comidas. A continuación, presentamos algunas pautas que puedes seguir:
- Establece un horario para comer. Está bien abstenerse de comer cuando tanto padres como niños saben a qué hora es la siguiente comida o refrigerio.
- No obligues a tu hijo a comerse toda la comida en el plato. Eso lo inclinará a seguir comiendo aunque se sienta satisfecho.
- No lo sobornes o recompenses con la comida. Evita usar el postre como recompensa por haberse terminado la comida.
- No uses la comida como demostración de amor. Demuéstrale tu amor abrazándolo, dedicándole tiempo o elogiándolo.
Involucrar a los niños
A la mayoría de los niños les agrada participar en la selección de los alimentos que se sirven en las comidas. Conversa con ellos sobre las diferentes opciones y la planificación de una comida equilibrada. Algunos quizá deseen ayudar con la compra o en la preparación de los alimentos.
En la cocina, asígnale a tu hijo tareas apropiadas para su edad con el fin de evitar que se lastime o se sienta abrumado. Al final de la cena, no te olvides de elogiar al “cocinero”.
Los almuerzos escolares también pueden servir de aprendizaje para los niños. Sugiéreles que te compartan qué alimentos les gustaría comer en el almuerzo o vayan juntos al supermercado para comprar alimentos saludables que puedan llevarse a la escuela.
Otra buena razón para involucrarlos es hacer que mejoren sus decisiones respecto a los alimentos que comen. Los hábitos alimenticios de tu hijo podrían encaminarlo a tomar decisiones más saludables por el resto de su vida.
Los hábitos alimenticios pueden volverse una sana costumbre desde que los niños son pequeños, e incluso si son adolescentes podrán beneficiarse demasiado de modificarlos. Nunca es tarde para cambiar las rutinas familiares relacionadas con la alimentación siempre y cuando esté presente la iniciativa.
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