La cooperación es una habilidad social que cobra especial relevancia durante la adolescencia. En esta etapa, el cerebro está especialmente receptivo a la conexión social, lo cual empuja a los jóvenes a que busquen interactuar y aprender más con sus pares.
Al colaborar con otros y sentirse parte de un grupo, su sistema límbico libera neurotransmisores asociados al bienestar que ayudan a consolidar conductas prosociales y aprendizajes significativos.
Aquí es donde entra en acción el poder de las experiencias lúdicas: a través de los juegos basados en el trabajo en equipo, es posible que canalicen esa energía social en una dirección positiva.
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A continuación, te presentamos una lista de 20 juegos para enseñar la cooperación a los adolescentes en distintos escenarios:
Los participantes asumen el papel de un equipo de científicos con la misión de frenar la propagación de enfermedades globales. Todos ganan o pierden juntos, por lo que es necesario que planifiquen estrategias conjuntas y repartan tareas de forma equilibrada.
Para empezar, se dividen los jugadores en dos grupos y escriben diversas palabras o frases en papelitos doblados.
Cada grupo selecciona a un integrante que tomará uno de esos papelitos y actuará para su equipo sin poder emitir palabras. Sus compañeros deben adivinar el máximo número de palabras o frases que puedan.
Una aventura de tablero en la que un pequeño grupo de exploradores busca tesoros en una isla que se hunde. Como cada integrante cuenta con habilidades especiales, coordinarse con los demás es esencial para rescatar los artefactos y escapar a tiempo.
Un ingenioso desafío de cartas en el que todos deben crear un gran espectáculo de fuegos artificiales. La curiosidad es que cada persona sostiene sus cartas de forma que solo los demás pueden verlas, así que tienen que darse pistas unos a otros para jugar en el orden correcto.
Una alocada experiencia de cocina virtual que es ideal para jugar en casa entre amigos, a quienes toca asumir el rol de chefs. Entre todos preparan pedidos en cocinas llenas de obstáculos y sorpresas (como terremotos o ratones que roban comida).
La única forma de ganar es coordinando ágilmente las tareas: picar ingredientes, cocinar, poner la comida en platos, lavar trastes y servir; pero el juego va complicando la dinámica y aumentando el nivel de dificultad.
Más que un simple mazo de cartas, es un experimento de sincronía mental en grupo. Sin hablar ni señalar, todos intentan colocar sus cartas numeradas en orden ascendente sobre la mesa.
Para lograrlo, tendrán que desarrollar una conexión casi intuitiva entre ellos y afinar la comunicación no verbal para saber cuál es el momento de participar de cada uno.
Un escape room es un juego interactivo en un espacio cerrado especialmente diseñado para resolver acertijos en equipo que permitan salir de la locación. Hay de distintas temáticas, como apocalipsis zombie, manicomios o casas embrujadas.
En este juego de misterio, una persona toma el rol de un fantasma que debe comunicarse con los demás (los médiums) para revelar las circunstancias de su propio asesinato.
El fantasma solo puede expresarse mediante ilustraciones oníricas en unas cartas, de modo que los demás tendrán que teorizar e interpretar esas pistas visuales juntos.
Una experiencia única de comunicación efectiva donde un jugador ve en pantalla una bomba y el resto tiene el manual para desactivarla, pero sin poder ver-la.
Esto significa que deben describir y escuchar con sumo detalle: el jugador con la bomba dice qué ve (cables de colores, símbolos, botones) y los otros buscan en las instrucciones cómo resolver cada módulo, guiándolo paso a paso. Si fallan ¡la bomba explota para todos!
Uno de los jóvenes tiene como objetivo atravesar un pequeño “circuito” de obstáculos (como conos, sillas, cojines, etc.) con los ojos vendados, guiado únicamente por las indicaciones verbales de sus compañeros.
Para quien está a ciegas, es un ejercicio de confianza, ya que su tarea consiste en escuchar y hacer caso a su equipo. Para quienes guían, implica lograr un consenso rápido sobre qué instrucciones dar (“da tres pasos a la izquierda”, “gira un poco a la derecha”) y expresarlas con claridad.
Es una versión cooperativa para dos personas (o dos equipos pequeños) del famoso desafío de palabras. Los jugadores son espías que buscan adivinar cierta lista de palabras clave a partir de las pistas de su compañero.
Dos personajes convertidos mágicamente en pequeños muñecos deben colaborar para superar niveles llenos de plataformas y acertijos con mecánicas complementarias. Ninguno de los dos personajes avanza sin la ayuda del otro.
Esta es una actividad de fiesta en la que todos, salvo una persona, escriben una pista para que ese jugador adivine una palabra secreta. Parece sencillo, pero si dos personas dan la misma pista, ¡esas pistas se eliminan y no sirven! Por ello, es crucial estar al tanto de lo que escriben los demás.
Simula una misión espacial en la que los participantes conforman la tripulación. La innovación es que usa mecánicas de cartas con objetivos que todos deben cumplir juntos en cada ronda.
El diálogo es muy limitado durante la partida, por lo que el equipo necesita planificar e intuir las intenciones de sus compañeros a través de las jugadas.
El famosísimo mundo de construcción y aventura también funciona como una poderosa herramienta de trabajo en equipo cuando varios jóvenes juegan juntos en el mismo mundo.
Este título brinda un mundo abierto en el que los participantes aprenden a ponerse de acuerdo sobre qué construir, a repartir roles según los intereses de cada uno (mientras unos diseñan la fortaleza, otros exploran en busca de materiales) y a resolver juntos los problemas que surjan.
Los participantes forman un círculo, levantan sus manos y con los ojos cerrados toman dos manos de personas al azar. Al abrir los ojos, se encontrarán enredados.
El reto es que deshagan el nudo humano sin soltarse, pasando por encima o por debajo de brazos ajenos con cuidado.
Es una aventura en la que los jugadores hacen de valientes habitantes de un pueblo asediado por criaturas de película (Drácula, el Hombre Lobo, la Momia, etc.).
Cada monstruo requiere una estrategia diferente para ser derrotado, así que planificar en conjunto es la clave para dividirse y proteger a la población. Mientras uno distrae al monstruo, otro recopila recursos y otro rescata aldeanos.
Se divide al grupo y se le dan pistas para encontrar el siguiente reto, y así sucesivamente, hasta llegar a un tesoro final. Cada acertijo requiere ingenio y pensamiento estratégico en equipo para solucionarse.
Lleva la experiencia del escape room a tu casa con este juego de mesa. Los chicos deben enfrentar acertijos, códigos y misterios para “escapar” de la situación temática que se les presenta.
Una aclamada aventura de fantasía en la que los jugadores encarnan a héroes que defienden el reino de Andor de diversas amenazas.
Cada misión plantea objetivos narrativos y estratégicos que solo se logran si el grupo actúa unido; algunos tendrán que luchar contra enemigos mientras otros cumplirán tareas en distintos lugares del mapa.
Estos juegos son como un laboratorio social donde los jóvenes practican valores y habilidades para la vida. Al divertirse juntos, forjan vínculos más fuertes, aprenden a comunicarse mejor y descubren el valor de la cooperación en la búsqueda de metas comunes.
Con el tiempo, estas competencias sociales se transfieren a otros ámbitos (la familia, la escuela o la comunidad), por lo que contribuyen a formar personas más empáticas, participativas y solidarias.
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