Si bien motivar a los niños con alicientes resulta efectivo, algunos expertos creen que esto evita que los jóvenes desarrollen un sentido propio de responsabilidad. No obstante, los incentivos pueden auxiliar a los padres a enseñar a sus hijos nuevos hábitos, la clave radica en cómo se conceden.
Ofrecerlos o abstenerse de hacerlo es arma de dos filos, por eso dejamos algunos consejos y consecuencias de recompensar a tus hijos.
¿Cómo usar las recompensas de manera efectiva?
1.- Definir la edad.
Los niños comienzan a comprender el concepto de recompensa alrededor de los tres años. La edad de desarrollo es de tanta relevancia como la edad cronológica. Los padres deben notar que los niños pequeños, después de los tres años, son un tanto más conscientes del alcance de sus actos.
2.- Hacer recompensas inmediatas.
Los niños más pequeños necesitan metas más inmediatas, mientras que los niños mayores entienden cómo trabajar para obtener recompensas a más largo plazo. Los incentivos pueden ser pequeños, incluso una salida a su lugar favorito puede ser uno que los entusiasme.
3.- Utilizar imágenes.
Una estampa en un calendario podría recordar visualmente sus logros a los niños pequeños. Al ofrecer este tipo de estímulos a tu hijo, él reparará en lo que hizo bien, por lo que buscará obtener más y siempre las tendrá presentes.
4.- Establecer objetivos realistas.
No trates de modificar muchas cosas a la vez. Si lo instas a alistarse a tiempo para la escuela, a ser amable con los hermanos y a limpiar los juguetes de una sola vez, eso es demasiado. Mejor es apuntar sólo a una o dos acciones en particular.
5.- Ayudar a tus hijos a alcanzar sus metas.
Trabaja con ellos para descubrir cómo lograrán sus objetivos. Si se busca uno en específico y a tu hijo le parece complicado llevarlo a cabo, las recompensas son una estrategia para que puedas apoyarlo a llegar a su meta.
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Puntos a atender sobre los peligros de las recompensas
1.- Conducen a quejarse.
Mediante un sistema de recompensas, la carga para recordar a los niños las tareas necesarias a menudo recae sobre los padres. Después de las primeras semanas, no funcionará muy bien. El valerse de este sistema puede acostumbrar a tu hijo a hacer cosas únicamente si tienen algo a cambio, por lo que puede tornarlos irresponsables con sus actividades si no reciben algo a cambio.
2.- Podría evitar que los niños desarrollen el sentido de obrar correctamente.
Los psicólogos se refieren a la motivación intrínseca como el deseo de realizar una acción basado en el disfrute de ésta en sí, en lugar de esperar cierto resultado. El problema se halla en la idea del control. Más de 75 estudios han demostrado que la motivación generada por otras personas tiende a eliminar la personal, lo cual puede volver a tu hijo dependiente de que alguien lo incentive a hacer las cosas sin que sea capaz de decidir por él mismo llevar a cabo lo correcto.
3.- Hay que ver que no haya una razón de fondo.
Si tu hijo se resiste a ir a la escuela, considera la posibilidad un problema subyacente, como el acoso escolar o alguna dificultad para el aprendizaje no diagnosticada.
4.- Reconsideración de peticiones.
¿Las tareas que le pides a tu hijo son apropiadas para su edad y beneficiosas? Si lo son, en lugar de intentar atraer a su hijo a que realice actividades, dedica tiempo a explicarle el valor de esas acciones. Primero, debemos hacer saber a los niños importa para nosotros y por qué. En segundo lugar, involucrarnos en sus mentes, ayudándoles a reflexionar, es decir, a luchar con cuestiones morales.
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5.- Reuniones familiares.
Si has utilizado un sistema de recompensas y consideras que no es lo mejor para tu familia, organiza una reunión familiar y explícales a tus hijos que la dinámica puede funcionar de manera distinta en el hogar. Si eres constante, lograrás quitar este sistema y derribar todos los problemas que has identificado.
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