Imagina lo llevadera que podría ser la vida en el hogar si tus hijos recogieran lo que ensuciaran, prepararan su almuerzo y cooperaran con los quehaceres cotidianos.
Sin embargo, al enseñarles a ser independientes no sólo te facilitarás la vida; también los guiarás para que se conviertan en ciudadanos responsables. Estas estrategias los impulsarán a ganar libertad y a asumir mayor responsabilidad paso a paso.
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Siempre que sean claras y razonables, los niños generalmente buscan estar a la altura de las expectativas de los adultos. Si uno pide demasiado, es probable que se rindan. Pero si las expectativas son demasiado sencillas, no se verán desafiados a abordar actividades que bien serían capaces de aprender.
Así que trabaja en idear expectativas razonables y repara en que este proceso conllevará algo de prueba y error. Deja en claro tus expectativas. Puedes decir, por ejemplo: "Intenta vestirte en menos de cinco minutos" o "Espero que pongas los platos en el fregadero cuando termines de comer".
Siempre será más práctico completar tareas por cuenta propia que enseñarle a un hijo a hacerlas. Y nunca será fácil verlo batallar con alguna actividad en la que uno podría intervenir sin problemas. Pero considera el tiempo que dediques a enseñarle como una tarea más en la que estás invirtiendo un esfuerzo significativo.
La mayoría de niños son más eficientes con las rutinas establecidas. Una buena rutina les será útil para darse cuenta de qué deben hacer en un orden específico.
Una rutina matutina, por ejemplo, podría incluir:
Una rutina después de la escuela podría incluir:
Las rutinas claras le servirán a tu hijo a identificar y practicar qué hacer a continuación. El orden y la estructura eliminan el estrés y el caos que pueden experimentarse cuando uno se apresura a concretar actividades.
Será un tanto vago decir: "Limpia tu habitación" o "Prepárate para la escuela”. Los niños más pequeños, los niños con atención limitada o los niños que están aprendiendo una nueva habilidad requieren de pasos específicos que les expliquen exactamente lo que deben hacer.
Al elaborar una tabla que detalle cada paso, propiciarás la autonomía de tu hijo. Piensa en una como una lista de tareas pendientes o una lista de verificación. Para los niños que aún no saben leer, incluye imágenes que les muestren qué hacer, paso a paso.
Si tienen dificultades, puedes decirles que revisen la gráfica, en lugar de recordarles cada paso. Eventualmente, recordarán revisarla por su cuenta.
Sin importar si tu misión es que tu hijo de 6 años aprenda a calmarse, o que tu hijo adolescente aprenda a preparar la cena familiar, modela este comportamiento.
Enséñales qué hacer. Luego, guíalos mientras intenten completarlo por cuenta propia. Aporta comentarios positivos cuando acierten y redirígelos cuando se equivoquen. Una vez que hayan dominado el primer paso, muéstrales cómo llevar a cabo el siguiente.
La clave se halla en reforzar su comportamiento poco a poco a medida que estén aprendiendo una nueva habilidad.
Solemos prestarles atención a los niños cuando rompen las reglas o cuando no se concentran en sus tareas. Pero la atención (incluso la negativa) puede reforzar la mala conducta. Entonces, lo mejor para reforzar el buen comportamiento es “descubrirlos portándose bien”. Elógialos cuando demuestren su autonomía.
Recompensa a tus hijos por ser independientes. Crea una tabla de calcomanías para un niño en edad preescolar que está batallando con dormirse en su propia cama. Ganarse una calcomanía todas las mañanas podría ser incentivo suficiente para motivarlo a madurar adecuadamente.
Independientemente del tipo de incentivos o plan de recompensas que hayas elegido, debe ser una emulación del mundo real. De manera similar a la forma en que un jefe nos da un cheque después de que hemos trabajado, recompensa a tu hijo por haber alcanzado sus metas.
Por muy tentador que pueda parecer dar recordatorios, al regañar a tu hijo sólo fomentarás una mayor dependencia. Evita decir frases como: "No te olvides de limpiar tu recámara antes de cenar si quieres tu recompensa". Si lo haces, tu hijo aprenderá bien a recordarse a sí mismo.
Resista la tentación de regañar o rogarle a tu hijo para que se vuelva más independiente. En cambio, da instrucciones una vez. Luego, dale la oportunidad de demostrar que es capaz de ser independiente.
Si bien habrá ocasiones en las que tengas que implementar consecuencias lógicas, como quitarle un dispositivo a tu hijo por haberse quedado despierto hasta tarde, también habrá ocasiones en las que las consecuencias naturales tengan más sentido.
Por ejemplo, si tu hijo se olvida de llevar sus zapatos de fútbol, no se los lleves. En vez de eso, permite que se siente en la banca durante la práctica o el juego. Esa será la consecuencia natural de sus elecciones. Las consecuencias naturales pueden ser excelentes maestras.
Cada niño madura a un ritmo ligeramente distinto. Así que no te desanimes demasiado cuando creas que uno de tus hijos debería ser más independiente de lo que es.
Con un poco de apoyo y orientación adicionales, aprenderán las habilidades necesarias y adquirirán la confianza suficiente para comenzar a hacer más cosas sin ayuda tuya.
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