Como padres, todo lo que deseamos para nuestros hijos es que crezcan felices. En comparación con este objetivo final, los demás palidecen hasta la insignificancia. Si no está contento, no importa que tu hijo tenga una trayectoria escolar adornada por una serie de calificaciones excelentes y se halle preparado para una futura carrera provechosa.
Que sea feliz implica que se sienta feliz consigo mismo, con el mundo que lo rodea y esté provisto con la capacidad de superar obstáculos y seguir adelante.
Ese es un estado mental que podemos cultivar en nuestros hijos: una aceptación de sí mismos, una satisfacción mental, una voluntad de considerar el vaso “medio lleno” en lugar de lamentar la falta de más. Aquí te dejamos 6 maneras en que puedes motivar a tu hijo a ser feliz.
Debes ser un modelo a seguir para tus hijos. Así que si buscas que ellos entiendan lo que significa ser feliz, necesitan ver que tú lo demuestres. Mientras te sientas dichoso, habla sobre tus sentimientos y cómo conseguiste sentirte así, por ejemplo: “¡Wow! ¡Me encanta caminar afuera! Me hace feliz sentir que la luz del sol calienta mi rostro".
Es especialmente útil señalarle a tu hijo lo que te ha hecho sentir de tal modo, como "Cuando pusiste tu plato en el lavavajillas, me has hecho feliz, porque recordaste lo que te pedí."
Puede parecer extraño, pero no nacemos sabiendo lo que significan nuestros sentimientos. Al igual que los niños deben aprender el sentido de palabras como "dinosaurio" y "superlativo", también deben ser capaces de comprender lo que implica sentirse feliz, triste o enojado.
Puedes ayudarle a tu hijo a reconocer sus emociones al leer libros sobre ellas, señalarlas en otros y promover que tu hijo las identifique en sí mismo.
También es de utilidad mencionar específicamente qué ha hecho que un niño se sienta de cierta manera. Así, puedes aprender qué tipo de cosas lo hacen sentir feliz, triste o enojado, y expresarlo: "Puedo saber que te sientes triste en este momento porque estás llorando. Apuesto a que es porque no podemos ver a tu amigo y lo extrañas”.
Una vez que tu hijo reconozca cuándo es feliz, ayúdalo a aprender qué actividades le dan alegría. Al igual que los pasatiempos pueden motivar a los adultos a sentirla, los niños deben aprender qué actividades son particularmente interesantes y satisfactorias para ellos.
Esto puede significar que conviene probar algunas cosas nuevas. Así que inscribe a tu hijo en una clase de baile o trabajen juntos construyendo edificios de Lego. Es probable que el tiempo que pasen juntos eleve sus ánimos.
Nunca podremos evitar que a veces las cosas salgan mal para nuestros hijos. Sus amigos no siempre serán amables. Requieren saber resolver problemas de manera apropiada. También necesitan apreciar lo mejor de alguna situación o persona. Ser capaces de encontrar el lado positivo de las cosas los mantendrá optimistas incluso en momentos negativos.
Recuerda que las personas felices se interesan por el mundo que las rodea. Así que enséñale a tu hijo a hacer preguntas sobre cosas y luego a ir a buscar las respuestas, esto le dará gran satisfacción.
Las personas felices suelen ser personas sociales. No es indispensable que sean la vida de la fiesta, pero sí que se comprometan con otros. Ayuda a tu hijo a que aprenda cómo hacer amigos . De esta manera, tendrá personas alrededor con las que reirá y compartirá momentos divertidos (así como practicará habilidades de resolución de problemas).
Para ser exitoso no se necesita tener un buen trabajo o posesiones lujosas, cada persona define la felicidad de diferente manera y por ello debemos enseñarle a nuestros pequeños a conocer lo que es y promoverla en ellos. Así, sabrán cuáles son las cosas que en realidad les dan felicidad, con lo que lograrán seguir sus pasiones.
En el Centro Educativo ECA, sabemos lo importante que es para los niños aprender no sólo sobre la escuela, sino sobre valores y emociones. Entra, conócenos y descubre todo lo que buscamos desarrollar en nuestros alumnos, entre lo que se encuentra tanto una educación académica de calidad así como una autogestión del aprendizaje de la vida.
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