Casi todo adolescente enfrenta más dificultades en sus relaciones a medida que crece y hay factores biológicos clave que acentúan esto: la necesidad de autonomía e independencia, el anhelo de pertenencia y la búsqueda de una identidad, característica de la transición de la niñez a la adolescencia y luego a la adultez.
Todas estas tendencias coinciden con cambios cerebrales, hormonales, físicos, psicológicos y emocionales. La adolescencia es el contexto perfecto para que surjan relaciones desafiantes con los padres.
Cabe decir que los varones adolescentes tienen que afrontar desafíos particulares que pueden aumentar sus niveles de estrés y hacerlos más propensos a la volatilidad emocional, y en especial a sentir ira.
Las investigaciones muestran que los padres tratan a los niños y niñas de manera diferente desde la infancia, y a los niños de una forma más brusca. También los castigos físicos suelen aplicarse con más frecuencia a los niños en muchos países occidentales.
A los niños pequeños se les habla con más dureza y, a menudo, se les insta a endurecerse cuando sienten dolor o angustia. De hecho, todavía es común que los niños se expongan a muestras de sarcasmo, gritos, burlas e incluso ridículo como parte de su educación.
Las emociones vividas permanecen almacenadas en nuestro sistema nervioso y, debido al crecimiento del cerebro límbico en la adolescencia temprana, aun cosas pequeñas pueden desencadenar emociones intensas y espontáneas en los adolescentes.
La poda neuronal temprana que ocurre en la adolescencia y posibilita un nuevo crecimiento puede afectar notablemente su capacidad de memoria y habilidades de organización, lo que se suma a su frustración.
Aunado a esto, los muchachos adolescentes experimentan aumentos repentinos de testosterona y altos niveles de energía que deben descargar, más allá de que lo hagan de manera saludable o no.
Los niños y los hombres tienden a sentir validación y nutrir su autoestima cuando tienen éxito en algo que ellos consideran importante. Esto explica en parte la sensibilidad de los varones adolescentes a fallar, perder o verse como “perdedores” frente a sus amigos u otras personas de su edad.
Cuando la testosterona se combina con el ansia de ponerse a prueba a uno mismo en un cuerpo impulsado por un cerebro que todavía no ha madurado completamente, el resultado suele implicar malas decisiones y conductas de riesgo.
Decirle a un adolescente que no tome cierta decisión que le parece divertida o podría darle éxito difícilmente cambiará el resultado, ya que busca autonomía y, como la mayoría de los adolescentes, se resiste a que le digan qué hacer o dejar de hacer.
Toma en cuenta estos consejos para educar mejor a un varón adolescente:
Los padres deben comprender que muchos de los comportamientos de los jóvenes son naturales para su edad y lo mejor es que les recuerden con firmeza pero con calidez lo que pueda haber de errado en sus elecciones, y hacer todo lo posible por no avergonzarlos. Esta fase eventualmente pasará.
Es importante tener en cuenta la lente a través de la cual los hijos adolescentes ven el mundo. Los padres deben hablar con ellos sobre los cambios hormonales, cerebrales y físicos que afectarán su comportamiento y cómo experimentan la vida.
Saber que no son estúpidos y que sólo están desarrollándose los hará sentirse más seguros de sí mismos.
3. No olvides los apelativos cariñosos
Por más frustrante y desafiante que pueda ser esta fase, los padres pueden salir del ciclo de avergonzar a sus hijos con cosas tan simples como tratarlos con afecto y referirse a ellos con apelativos cariñosos. A fin de cuentas seguirán amándolos pase lo que pase.
4. Piensa en que regañarlo es como gritar al vacío
Sermonear y regañar a los hijos adolescentes es como gritar al vacío. Resulta más efectivo aprender los secretos de la comunicación con los adolescentes y centrarse en mantener una buena relación con ellos, así como en usar un ritmo y un tono de voz adecuados y evitar el contacto visual directo.
Aunque siempre es básico fijar límites firmes y razonables, los hijos adolescentes se beneficiarán de saber que su hogar es un lugar seguro para ellos y para sus amigos. Los adolescentes necesitan estar rodeados de buenas personas y familiares que se preocupan por ellos y actúan como “faros” que los guían.
También deben curtirse en historias de hombres que han sido ejemplos a seguir, de hombres que han cometido errores y fracasado públicamente, pero que se han recuperado y asumido la responsabilidad de sus acciones. Los padres deben dar un paso más allá al educar a sus hijos adolescentes.
Cada varón adolescente anhela ser visto, escuchado y amado por quien es, no por lo que se supone que debería ser. Los jóvenes son más vulnerables de lo que se nos ha condicionado creer. Necesitamos amarlos y respetarlos, con mayor razón mientras ellos no puedan amarse ni respetarse a sí mismos, por lo menos aún.
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La adolescencia es un momento de enorme relevancia en el desarrollo personal de las personas. Y a pesar de que los padres estén conscientes de que esta etapa llegará a su fin, sus hijos madurarán con más herramientas a su favor si aquellos se esfuerzan por comprender mejor sus necesidades y desafíos por igual.
Es una prioridad para el Colegio Chimalistac entender las necesidades de sus alumnos de secundaria y preparatoria, por lo que cuenta con programas de apoyo socioemocional cuya finalidad es su bienestar y óptimo desarrollo. Descarga nuestro modelo educativo aquí:
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