La mindfulness o atención plena se ha estudiado durante décadas y su práctica conlleva muchos beneficios. Su investigación en niños aún no es tan extensa como en adultos, pero la cantidad de estudios está creciendo rápidamente y los resultados son prometedores.
La atención plena proporciona a los niños herramientas sencillas y prácticas para trabajar directamente con sus sistemas nerviosos, ayudándoles a regular estados emocionales y a centrar la atención.
1.- La atención plena mejora la atención.
El entrenamiento de atención de los niños comienza con el aprendizaje de habilidades de enfoque. Cuando aprendemos a atender una sola cosa, como el sabor, el sonido o nuestra propia respiración, nuestra mente se calma y se fortalece.
La concentración refinada, a su vez, se traduce en un mejor rendimiento. Lleva a los niños a desempeñarse mejor en los deportes, la escuela o las artes, y los ayudará a obtener mejores calificaciones en los exámenes. Siempre hacemos actividades mejor al enfatizar lo que hacemos.
2.- La atención plena mejora la autorregulación.
Cuando los niños practican habilidades de enfoque, cobran conciencia de lo que realmente están haciendo sus mentes. La práctica de la atención plena ayuda a los niños a lidiar con emociones difíciles e incluso perfecciona el control de los impulsos. Reemplaza reacciones intempestivas con respuestas reflexivas, hace que los niños respondan de manera racional y equilibrada. En última instancia, los niños aprenden a estabilizarse bajo la excitación simpática y acceden a capacidades cognitivas.
La atención plena brinda a los niños las herramientas para centrar sus mentes, calmarse y reflexionar sobre situaciones en las que necesiten tomar una decisión. Al estar conscientes de nuestra vida interior y poder comprender emociones y pensamientos evitaremos que éstos nos controlen y tendremos más tiempo para responder.
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3.- Mayor capacidad para resolver conflictos.
Las técnicas de atención plena son utilizadas por algunos de los atletas, músicos y demás personas más exitosas del mundo que deben actuar bajo presión extrema. Los estudiantes de hoy se ubican cada vez más en entornos de alto riesgo, y la práctica de la atención plena es saludable.
4.- Desarrolla resiliencia.
Con la práctica de atención plena, creamos un espacio entre las cosas que suceden y cómo reaccionamos ante ellas. Respondemos de modo más equilibrado, sin dañar nuestros propios sentimientos o los de los demás. A medida que nos equilibramos, nuestras emociones nos afectan con menos facilidad y, en los momentos de ser derribados, nos recuperamos más rápidamente.
5.- Salud mental.
Las estrategias simples de atención plena proporcionan a los niños herramientas para contrarrestar el estrés, las distracciones y la ansiedad que encuentran en su vida diaria. Numerosos estudios incluso han demostrado que los niños con diversas afecciones, como depresión, ansiedad, trastorno de hiperactividad con déficit de atención y trastornos de la alimentación, se benefician con la práctica de ésta. La ciencia ha demostrado que la atención plena bien dirigida reduce los síntomas de tales condiciones y ayuda a los niños a permanecer tranquilos y felices.
6.- Bienestar.
La atención plena tiene efectos beneficiosos en el bienestar general de los niños. La ciencia ha demostrado que sólo diez minutos diarios de práctica de atención plena pueden impactar el bienestar de los niños con bastante rapidez. Todo niño es diferente: los niños adquirirán nuevas habilidades con cada actividad y, dentro de unos meses, tendrán una caja de herramientas completa a la que podrán acceder en tiempos difíciles.
7.-Salud física.
Las investigaciones comprueban que la atención plena lleva a los niños a mantenerse saludables y a tomar mejores decisiones relacionadas con la salud. Las elecciones en torno a alimentación y opciones nutricionales pueden afectar especialmente la salud física de un niño, ahora y más tarde como adulto.
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