Para que nuestros hijos adolescentes sean exitosos, debemos permitir que experimenten "niveles óptimos de frustración". Nuestro deber consiste en amarlos y apoyarlos a través de sus batallas, pero abstenernos de resolver los problemas por ellos.
Necesitamos transmitirles a nuestros hijos la idea de que sus luchas y fracasos son como maestros o guías que los ayudarán a convertirse en personas más fuertes y exitosas. Nuestro objetivo como padres debe ser alentarlos a perseguir las metas más grandes que puedan, a no esperar menos que lo mejor, a tener valor y, lo más importante, a ser amables.
Para tener éxito, nuestros hijos deben comprender el valor que otros tienen en sus vidas. Debemos enseñarles que lo fundamental para la felicidad son las relaciones saludables y de mutuo apoyo. Debemos alentarlos a involucrarse en actividades colectivas y darles tareas y responsabilidades en el hogar, de modo que adquieran un sentido de trabajo en equipo en su repertorio de habilidades para la vida.
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Es esencial que también nos involucremos en sus vidas, pues esto nos dará la oportunidad de establecer los estándares para el trabajo que necesitan realizar dentro y fuera del hogar. Dichos estándares deben conllevar desafío, pero ser alcanzables. Nuestro objetivo debe ser mostrarles a nuestros hijos que unir fuerzas con los demás mejora la capacidad individual y eleva el éxito de todos.
La capacidad individual y la complacencia no pueden coexistir. Debemos criar a nuestros hijos para que le dediquen tiempo y energía a sus actividades siempre que sea indispensable, con el fin de que no se descuiden áreas importantes en torno a lo que se han propuesto lograr.
Merecen tener tiempo de trabajo y tiempo libre, donde puedan tomarse un minuto para sentirse exentos del peso de sus responsabilidades. La forma más fácil de equilibrar ambas disposiciones será exigiéndoles que pongan sus responsabilidades primero y el tiempo libre en segundo lugar. Este valor les ayuda a administrar sus propias vidas de una manera altamente efectiva.
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Cuando les enseñamos a nuestros hijos a abordar sus desafíos con su mira en las soluciones, esto los motivará a participar en el proceso creativo de examinar y diseñar rutas alternativas para concretar ciertas metas. Centrarse en la solución protegerá a nuestros hijos del pensamiento derrotista.
Es nuestro trabajo hacerles entender que en caso de no encontrar una solución, deben abrir su mente, buscar el consejo de otros y aplicar nuevas ideas y sugerencias. Cuando educamos de esta manera, nuestros hijos aprenderán que la vida está llena de posibilidades siempre y cuando se muestren perseverantes y consistentes en pensamiento y acción al resolver sus problemas.
Para que nuestros hijos maduren plenamente, debemos inculcarles una "mentalidad de motivación", enseñándoles a monitorear, evaluar y ajustarse constantemente al trabajo que tienen por delante, así como su actitud al respecto. También deben evitar sabotear sus propósitos, ya que esto puede generar complacencia innecesaria; o pasar demasiado tiempo con dispositivos.
Una de las mejores maneras de mantener motivados a nuestros hijos es enseñarles a escribir cosas como método para definir sus objetivos y dirección. El estímulo, la validación y el apoyo deben ser consistentes a través de nuestra paternidad. Nuestros hijos desean cumplir nuestras expectativas, y nuestro reconocimiento de su esfuerzo será, casi siempre, su mayor recompensa.
Uno de los valores más importantes que nuestros hijos pueden aprender es "el poder de ahora".
El éxito está profundamente arraigado en emplear habilidades excepcionales de gestión del tiempo. Debemos educar a nuestros hijos para que realicen primero sus tareas más importantes. Es natural querer evitar el estrés, pero si podemos enseñarles a terminar primero los deberes más estresantes, el resto del trabajo que deban completar les resultará mucho más fácil.
Cuando nuestros hijos se quedan enfrascados haciendo pequeñas tareas no urgentes, esto los alejará de objetivos más importantes que requieran su atención. Otro aspecto que debemos lograr que aprendan es a llegar a tiempo o temprano a todos los compromisos. Deberán comprender que llegar a tiempo hará que otras personas los respeten y los consideren confiables.
Para que nuestros hijos sean y se sientan exitosos, nos convendrá que comprendan lo siguiente: sin importar lo que suceda en su vida o su carrera, el mejor camino a seguir siempre será asumir la responsabilidad de los resultados, tanto positivos como negativos, que son consecuencia de sus esfuerzos.
Nuestro hijos deben entender que el verdadero poder se halla en darse cuenta de que los errores otorgan mucho más de lo que quitan. De sus errores surgirán todos sus nuevos propósitos. Es relevante que sepan que el liderazgo efectivo no se nutre del ego, sino de la humildad y de la voluntad de aprender.
No hay mejor valor que inculcarles a nuestros hijos que el valor de la amabilidad. La amabilidad no los convertirá en personas maleables o crédulas. Los convertirá en personas con clase que poseen buen carácter.
Debemos hacer que nuestros hijos se percaten de que todas las personas tienen valor y de que ellos son capaces de transmitir con gracia buenas y malas noticias a los demás. Como padres, debemos fomentar un ambiente de amabilidad que sea contagioso y propicio para los niños que estamos criando. La amabilidad llevará a nuestros hijos más lejos en la vida que cualquier otra característica humana.
Dependerá, en gran medida, de nuestro trabajo como padres el que nuestros hijos aprendan los valores idóneos para que puedan ser exitosos en su carrera y, lo que es más importante, para que puedan tener una vida plena, ahora y a futuro.
Es muy importante para nosotros que nuestros alumnos de secundaria lleguen a ser personas responsables y con carácter, por lo que tenemos un programa educativo que los ayuda a través del proceso de cambio propio de la adolescencia y busca que desarrollen madurez y responsabilidad. Conoce más de nuestra secundaria aquí:
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