Lo más importante que cualquier padre puede hacer para ayudar a sus hijos a tomar decisiones consiste en lo siguiente: formularles preguntas para que aprendan a dar sus propias respuestas. Existen muchas técnicas que uno puede enseñarles a usar, aunque no necesitarán emplearlas en toda disyuntiva.
De hecho, tomarán algunas decisiones de manera casi instintiva. Pero a medida que crezcan, deberán realizar elecciones más cruciales, para las cuales les serán bastante útiles algunas de estas técnicas o todas ellas. A continuación las enumeramos:
¿Qué debe lograrse mediante cierta decisión? Tu hijo debe asegurarse de considerar cualquier aspecto. Por ejemplo, los pantalones del día siguiente, quizá, deban ser suficientemente calientes para salir de paseo, o deben estar algo gastados para que tú o tu hijo no se preocupen si llegan a ensuciarse. O al elegir un curso, debe elegirlo de manera que no descuide otras materias.
Antes de tomar una decisión, uno debe saber qué constituirá una buena decisión. Habla sobre este proceso de toma de decisiones con tu hijo haciéndole las preguntas adecuadas.
Respecto a la tarea que tu hijo aún tiene pendiente, podría quedarse despierto hasta tarde, o, bien, hacerla por la mañana (o no hacerla y escuchar música). ¿Existen algunas otras posibilidades? Nuevamente, no dejen de discutir esto y pregúntale a tu hijo si puede vislumbrar alguna alternativa.
Esta es una buena oportunidad para que los niños comiencen a responsabilizarse y además practicar habilidades de pensamiento lateral. Podrían aportar una solución que jamás se te habría ocurrido a ti.
Si tú y tu hijo escriben una lista de pros y contras, o simplemente la hacen en sus cabezas, es importante escudriñar las razones con cuidado. Recuerda que no toda razón tiene el mismo peso. Podría ser que algún pro supere una docena de contras, y viceversa.
Por ejemplo, la mala calificación que tu hijo obtendría por no entregar tarea podría superar las ventajas de la decisión. O, bien, quizá la tarea no valga demasiado, y no habría problema con no entregarla. Entonces, la idea no es contar pros y contras, sino la capacidad de evaluar su peso general. Pídele a tu hijo que piense en ventajas y desventajas, y luego pregúntale si las consecuencias valdrán la pena.
A veces ya se sabe perfectamente lo que sucederá como consecuencia de una elección, independientemente del camino que se elija. Pero la vida no suele ser tan sencilla y, por lo general, uno sopesa riesgos.
Tu hijo podría salirse con la suya sin entregar la tarea en absoluto, si el maestro se ausenta o se encuentra de buen humor, pero ¿qué es lo peor que podría pasar? Pregúntale a tu hijo sobre los peores resultados posibles en determinado caso, con el fin de que reflexione y prevea si está dispuesto a enfrentar dicha consecuencia.
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Muy a menudo una decisión puede reducirse a dos opciones. Tu hijo puede descartar la idea de hacer la tarea ahora, por ser demasiado tarde y encontrarse demasiado cansado, lo que lo dejará con una resolución directa: elegir levantarse temprano y terminar la tarea o abandonar el intento y cruzar los dedos.
La toma de decisiones es una habilidad que bien puede aprenderse, y tú puedes enseñársela a tus hijos con mucha facilidad al ponerlos a practicar y al hacerles preguntas para propongan las respuestas por su propia cuenta. Sólo debes enfrentar la parte realmente complicada de ello: debes permitir que se apeguen a su decisión, incluso aunque no estés de acuerdo con ella.
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No es una buena idea dejar que tu hijo elija, por ejemplo, si irá de vacaciones con la familia o no, si finalmente lo anularás bajo el supuesto de que decida no hacerlo. De igual modo, no le des la posibilidad de elegir qué prenda ponerse si al final le impedirás usar el atuendo que haya elegido por no ser suficientemente caliente.
Por supuesto, siempre puede limitar las opciones de tu hijo. "Aquí hay tres pares de pantalones calientes. ¿Cuál te gustaría ponerte?" Solo asegúrate de no dejar que el niño considere opciones que tú anularías. Y esto incluye permitirle dejar tomar una decisión que implique una mala calificación o algún otro castigo en la escuela. Será la única forma en que tu hijo aprenderá para la próxima.
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